Un lugar seguro es aquel donde te sentís en paz y fuera de todo peligro. Todos los tenemos, y se pueden manifestar de distintas maneras. Puede ser una persona, un lugar, una emoción o hasta una simple frase como ‘’todo va a estar bien’’ o ‘’todo pasa’’. Así como cada tema que toco es porque lo viví o lo vivo, en mi caso tengo muchos lugares seguros. Pueden ser las personas que me rodean, un teatro, un atardecer o simplemente la risa para mencionar solo algunos. Creo también que, a medida que vamos creciendo, esos lugares van variando o sumándose nuevos. Cuando era chica, quizás me refugiaba más en el colegio al que fui toda mi vida. Me sentía segura en ese espacio y con mi gente de ahí. A medida que fui creciendo pude ir encontrando otros en los que me siento igual de cuidada.
Sin embargo, hay algunos que no cambian. La playa siempre fue un lugar seguro, sobre todo el mar. Días completos de mi infancia que pasaba ahí con mi hermano, mis primos, mis papás, tíos o sola me daban paz. Recuerdo también ya más grande, en mi viaje de egresados, nos metimos todos juntos al mar y realmente es un momento que quedó grabado en mí. Ya más reciente en el verano de este año, lloré al lograr estar ahí después de mucho esfuerzo y meterme al mar con una amiga en Mar del Plata.
Uno de los claros ejemplos de personas en mi vida que me hacen sentir así es mi padrino. Él vive en Estados Unidos y a pesar de la distancia siempre tuve una relación de tanta confianza y amor que impacta. Sus abrazos siempre me dieron esa sensación de estar en casa, su compañía me hace bien, al igual que la de su familia. La frase que me dice siempre una de mis primas ‘’de la mano siempre, de todo’’ a esta altura ya es un código, cuando alguna está mal o pasando algún momento especial en su vida, nos la decimos y tanto ella como sus abrazos, sus palabras y esa frase me llenan completamente y me hace sentir a salvo.
Los niños, y sobre todo los que tengo más cerca, son unos grandes protagonistas en eso para mí. Personitas que perciben todo, sin preguntar si te pasa algo, brindan abrazos tan genuinos y amorosos, incluso sin esperar nada a cambio, y que reconfortan. Estos “lugares seguros” en mí son como ‘’una curita al corazón’’, puede que no lo reparen completamente, pero intentan unirlo y arreglarlo. De hecho, por momentos lo sanan. Y esto me lleva directo a la sensación que me causan los latidos de corazón, me traen mucha calma cuando estoy en crisis y no encuentro paz. Abrazar y sentirlos, especialmente en mi mamá o en una de mis amigas del alma, me neutraliza al máximo.
Me parece que no hay nada como refugiarme a veces en esos lugares, hacen bien y dan energía. También es lindo poder ser ese lugar en otros. Si estás leyendo esto, pensá en dónde te sentís cómodo y seguro, dónde todo parece estar bien, bajo control. Aferrarte a eso no significa atarte porque, como dije, la mayoría van cambiando y son etapas, pero mientras tanto hay que vivirlos y disfrutarlos.
La paz es lo que más necesitamos en el mundo, nada mejor que poder tenerla en uno mismo para poder lograrla todos juntos.