«La ley de la vida» indica que las personas deben ir a lo seguro y permanecer en trabajos estables que paguen buen dinero y no les cambien las condiciones de la noche a la mañana. En Argentina, donde la actualidad es cada vez más difícil, esto dejó de ser un objetivo y pasó a ser un sueño. Sin embargo, hay ciudadanos que deciden abandonar la «normalidad» para adentrarse en proyectos personales que les brindarán mucha más alegría y satisfacción, independientemente de lo que les depare el futuro.
Un ejemplo de esto es Franco Pellegrini, un estudiante de derecho de 27 años oriundo de Vicente López y residente de José C. Paz que hasta hace pocas semanas se desempeñaba en el área de informática del Banco Nación. A pesar de tener un presente que sería la envidia de una generación, Franco BA, como se lo conoce artísticamente, optó por renunciar a su empleo para profundizar en su carrera como DJ y meterse de lleno en la música. En esta entrevista con ADN+, el joven explicó cómo determinó sus próximos años y aconsejó a quienes se encuentran en la misma situación.
-¿Por qué decidiste renunciar al trabajo?
-Ya estaba medio podrido y cansado del viaje. Yo no me veía de acá a diez años haciendo lo mismo, ni haciendo otra actividad y yendo todos los días al mismo lugar. No es algo contra el banco para nada, al contrario, pero estaba cansado de ir y no tener tiempo para dedicarle ni a la facultad, porque tampoco podía estudiar. Si bien es un trabajo que se puede considerar estable, yo me voy con tres materias para recibirme y apunto a que me vaya bien con la música porque es lo que me viene demostrando el presente. Sin algún momento tengo que salir a buscar laburo, tendré el título. Pero la idea principal fue apostar todo a la música, porque si no lo hago ahora que tengo 27 años, no sé cuando se lo voy a poder hacer.
-¿Qué le podrías decir a alguien que se encuentra en la misma situación que vos?
-Creo que juegan muchos factores. En mi caso, yo renuncié porque no me veía ahí en el futuro, pero también porque tengo una carrera universitaria por terminar. Entonces no me fui en bolas del banco. También porque mi proyecto musical y artístico está bastante avanzado dentro de todo, no es que lo estoy empezando. Por ahí, lo que recomiendo es que uno trate de agarrar y ver si tiene certezas o alguna evidencia de que lo que está haciendo no es un hobby y que verdaderamente se puede convertir en un trabajo. Desde ahí darle para delante. No hay nada más lindo que trabajar de lo que a uno le gusta y no hay muchas personas que puedan darse ese lujo, pero no es un tema para tomárselo a la ligera. Tenes que tener algo redituable para dejar un trabajo estable, más en nuestro país. Hay que hacer una evaluación para saber verdaderamente cómo están las cosas y en qué lugar está parado uno. Hecho eso, tomar una decisión. Yo siempre apunto a que las personas si pueden vivir de lo que les gusta, mejor, porque van a vivir más contentas.
-¿Cómo equilibras tu carrera en la música con tu estudio universitario?
-En un momento tuve que aflojar un poco con las materias que venía cursando, más que nada por el trabajo. Y después con la música, siempre fui llevándolo de a poco y de la mano. Durante la semana tenía que estudiar y los fines de semana tenía que tocar. Por ahí se complicaba mucho cuando tenía que rendir algún viernes o un lunes y yo justo ese fin de semana tenía que viajar. Directamente me tenía que presentar a los recuperatorios. Pero después encontré un buen equilibrio que me ayudó a no estar todo el tiempo con una sola cosa, que eso creo que es bastante importante. La carrera de abogacía me terminó gustando, aunque no se si ejerceré, pero hay que entretenerse con otra cosa, poner la mente en otras cuestiones y por ahí, de un modo paralelo, te sirve para después estar más enfocado en otros asuntos.
-¿Cómo nació esta pasión que tenés por el arte?
-Mi abuela Vilma me regaló una guitarra a los seis años, fui a aprender una clase y no volví más. Así que por el lado de tocar un instrumento no vino la idea, pero sí en mi casa se escuchó siempre mucha música y de todo tipo. Además, crecí viendo MTV y Matchmusic, que pasaban todo el tiempo música y te mostraban los videoclips, entonces podía escuchar a Gustavo Cerati, Good Charlotte o My Chemical Romance. Ahí ya pensaba «que buena onda» y tenía el espectro bastante amplio para ser chico. Después apareció mi hermano para que escuche Avicii, cuando salió Levels, y me metí en la música electrónica a conocer un poco más de DJs. Como me dio intriga de cómo lo hacían con una computadora, me tuve que meter en Google y buscar. A partir de ahí nació todo. Ese fue el origen.
-¿Quiénes son tus referentes en lo que haces?
-Cuando empecé me interioricé en el tema y escuchaba más progressive, como Hernán Cattaneo, que lo fui a ver un montón, o Mariano Mellino, que lo seguí en 2017. Actualmente, Sasha es un referente, me gusta mucho lo que hace aunque no tenga nada que ver con lo que hago yo, y me siento identificado con tipos como Solomon o Vintage Culture, que no ponen el mismo estilo de música en un set y eso está bueno, ya que es lo que me gusta y creo que tomo como referencia hoy en día.
-¿Cuál es tu gran sueño en la música?
-Mi gran sueño sería girar por el mundo haciendo esto, como pasar música y seguir produciendo. No quiero encerrarme en un solo estilo, porque te tenés que adecuar a lo nuevo que va saliendo y elegir si te gusta o no, más allá de que soy amante de la música electrónica. Quiero llegar a un gran nivel pero poder establecerme y mantenerme. Eso sería algo muy lindo. También poder dejarlo cuando yo quiera y no tener que hacerlo porque ya vea que no estoy para esto.