El armatoste recorre todo Banfield y acapara la mirada de los vecinos. Por algunas calles de empedrado, el carro transporta a las mascotas, quienes gracias al invento de su paseador, dejaron de sufrir los flechazos del sol y las lluvias. Acá, la historia del correcaninos.
Diego tambaleó durante la crisis del 2001 y encontró la salida paseando perros. Así empezó con tres, luego fueron cinco y se sumaron diez al pelotón…
Con la idea no de llevar complicaciones al tránsito y buscando una manera de darles más tranquilidad a los canes, inventó la nave, que funciona a motor y tiene 20 correas. Y es no es todo, porque estuvo en todos los detalles: instaló tanquecitos de agua para que cada pichicho pueda hidratarse mientras pasea.
“Los primeros días que salí fue una revolución, los vecinos quedaron paralizados. Los perros son mis amigos”, contó emocionado Pouso, quien dio el puntapié con un invento que beneficia a todos.