Puerto Madryn no es solo ballenas

Hay ciudades que inmediatamente se relacionan con un tópico, pero en este rincón de Chubut hay muchos atractivos más para disfrutar de una hermosa escapada por el sur de nuestro país.

Por Raúl Catania

Ago 2, 2023

Hay algunas ciudades o destinos turísticos que casi por obligación vienen a nuestra mente con la sola mención de una palabra. Si yo pienso en París seguro tengo en mi mente la Torre Eiffel, o si digo Venecia, pienso en góndolas; lo mismo nos pasa a nivel casero cuando alguien nombra Puerto Madryn: es irremediable no pensar en ballenas. Pero en mi última visita a esa ciudad de la provincia de Chubut con un grupo de amigos sesentosos con los que hacemos un viaje anual desde hace 12 años descubrí que no sólo se trata de ballenas.

Es una escapada de cuatro días con vuelo directos en avión desde Aeroparque a Madryn o Trelew (atención en los buscadores de vuelos te ofrecen los dos destinos, hay que leer bien antes de comprar). La ciudad ha crecido muchísimo desde mi última visita antes de la pandemia y hay una gran y muy variada oferta hotelera. Sobre todo, de departamentos amoblados para rentar que en el caso de familias o grupo numeroso hacen más económica su estancia.

Mucha oferta de excursiones por distintos operadores, la diferencia radica en ese plus que te da el servicio y la amabilidad de los guías y choferes que brindan ese dato extra, ese secreto que sólo manejan los locales y que le da a la estadía un valor especial, y eso nos pasó con la gente de Categoría Patagonia que. comandada por su dueño. el inefable y super conocido Pancho, nos marcó un par de tips para cenar maravillosamente y sin hacer colas.

Hay dos lugares icónicos en Madryn donde cenar: la Cantina El Náutico y Bristo de Mar (este último ubicado sobre la playa, también muy apropiado para almorzar un día de sol). Calidad, abundancia en los platos y muy buena atención. Eso sí: vayan con reserva previa.

Pero vayamos al motivo de nuestro viaje, el avistaje de la ballena franca austral, excursión que dura todo un día porque te buscan temprano en el hotel y luego de un par de paradas intermedias, donde en una de ellas se abona el ingreso al parque temático, se embarcan en pequeños botes con un capitán, un marinero y una guía que nos van indicando cuestiones de seguridad y detalles de conocimiento de las ballenas y sus rutinas migratorias.

La sensación de asombro cuando de golpe aparecen en nuestra retina esos inmensos colosos de mar y se acercan al barco para dejarse sacar fotos y jugar con los visitantes durante 45 minutos que, luego que nos vamos, parecen escasos. Hay una sola palabra para definirlo: asombro.

Al día siguiente fuimos a visitar la pingüinera de Punta Tombo y elefantes marinos, distintos los anfitriones, más tranquilos, menos voluminosos pero tan amigables a la vista y a la pose fotográfica como sus vecinas las ballenas. Hay que respetar su espacio, no molestarlos. Los caminos y senderos están señalizados muy bien y solo es cuestión de respetarlos, recordando que su paso por tierra es solo al fin reproductivo y sabemos que a nadie le gusta que lo molesten en esas ocasiones.

Los pingüinos se pueden observar entre septiembre y marzo.

Para terminar, quedan un par de lugares para visitar que son solo un condimento al viaje: el pequeño pueblo de Gayman, antigua colonia galesa, y el Dique Ameghino, pero si su presupuesto y su tiempo son un poco más cortos puede obviarlos y dejarlos para otra oportunidad.

Me volví a maravillar con las ballenas, me sonreí con los pingüinos, pero si hay algo para destacar es la limpieza de la ciudad, baños limpios y completos en todas las excursiones, la amabilidad del trato y lo crecida que está la ciudad. Les recomiendo fines de octubre hasta febrero para poder ver las tres especies de marítimas y visitar Madryn más de una vez, una para asombrarse con sus famosas anfitrionas, la otra para disfrutar la ciudad.

Hasta la próxima.

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