El pastito al borde de las zapatillas y el agua para los camellos. Los chicos cumplieron y los Reyes Magos cumplieron con cada misión. El día comenzó a celebrarse en España en el siglo XIX como parte de una misión infantil, con el correr de los años, la costumbre se extendió a todo el mundo.
De acuerdo al Evangelio de San Mateo, los Reyes Melchor, Gaspar y Baltasar viajaron desde el Oriente hasta Belén para conocer al recién nacido. Se guiaron por la Estrella de Belén, que los condujo hacia donde estaba Jesús. Los reyes llevaron distintos regalos y ofrendas, consagrándolo como Rey de los Judíos.
«Adoración a los magos», óleo de Alberto Durero.
Los monarcas pudieron visualizar una figura celeste al encontrarse con el recién nacido y desde ese momento lo adoraron y rindieron tributo.
Las ofrendas entregadas a Jesús fueron oro, por su naturaleza real; incienso, por su naturaleza divina empleada en el culto y mirra, un compuesto embalsamador para los difuntos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús.
Durante la jornada, los reyes visitaron varios hospitales de niños.
Según la tradición, en España, solo recibirán regalos los pequeños que se hayan portado bien. Quienes no lo hicieron recibirán carbón como “castigo”. Lo real es que se trata de carbón dulce, una golosina de chocolate que se les entrega a las niñas y los niños como broma antes de que descubran el juguete del Día de Reyes.
La creencia se convirtió en una tradición que busca llevar alegría a los niños.
En varios países se llevan a cabo campañas para recolectar y enviar juguetes a los chicos más necesitados. Además, en los centros urbanos se realiza la representación del clásico pesebre y las figuras de los Reyes acompaña a los niños en distintos paseos.
