Trabajaba como asesor en una multinacional hasta que descubrió su vocación en la actuación

Leonardo Prestia protagonizó un giro de 180 grados en su vida después de presenciar 11 veces una obra de Alfredo Alcón y recibir sus consejos.

Por Gabriel Casazza

Oct 13, 2024

La vida de Leonardo Prestia transitaba, primero, en el marco de una empresa de telecomunicaciones y posteriormente desempeñándose como asesor en una compañía multinacional. Sin embargo, diagramó un click que significó un antes y un después.

Pese a ese interesante presente, Prestia, hijo de una pianista argentina y de un sastre italiano y quien supo completar parte de la carrera universitaria de ingeniería industrial, comenzó a ver en la actuación su verdadera vocación.

Quien supo aspirar a ser futbolista profesional pero que no pudo cumplir su sueño por una lesión, terminó presenciando nada más ni nada menos que 11 veces una obra protagonizada por Alfredo Alcón que terminó por cambiarle la vida.

Sucede que Prestia recibió los sabios consejos del inolvidable actor y terminó de inclinarse hacia el mundo de la actuación. A tal punto de que, en el presente, dirige todos los viernes a las 20:30 horas la decimocuarta temporada de «Claveles Rojos», en el teatro El Ojo.

«Si hubiese insistido con el deporte profesional, quizás no hubiese tenido ese desarrollo que me permitió ingresar a esas empresas y conocer a personas muy inteligentes que me ayudaron mucho», comenzó confiándole Prestia a ADN+.

«Un lunes lluvioso de invierno, luego de participar en una reunión de ventas, venía a bordo de mi auto con una carga extrema de estrés. Al detenerme en las vías que separan a Puerto Madero del resto de la ciudad, para que pase el tren, pensé: ‘Salgamos de esta situación, debo escapar de la rutina'», profundizó.

Ahí fue cuando abrió el buscador del celular y lo primero que le apareció fue la palabra teatro. Y así fue como terminó acudiendo a Laura Bove, actriz, dramaturga, docente y directora teatral fallecida en 2020 que estaba ofreciendo clases de teatro.

Y el diálogo fue el siguiente…

– ¿Para qué querés estudiar teatro?
– ¡No sé!
– ¿Dónde estás ahora?
– Esperando que pase un tren.
– ¡Tratá de no suicidarte! Cuando pase el tren, venite para mi casa.

«Se me abrió un portal en la cabeza. Entendí que el idioma de las emociones es diferente al idioma intelectual. Es lo que hoy les digo a los actores: ‘Este no es un trabajo para los mediocres y las personas comunes’. Y no porque las personas comunes sean malas, sino porque acá podés subirte en un escenario si sos valiente», completó.

Noticias relacionadas

Seguí leyendo: