A poco menos de un año para el comienzo de los Juegos Olímpicos de París una grata noticia se dio a conocer por parte de la organización del evento deportivo más importante de 2024. Los microestadios de todos los eventos acuáticos de la competencia contarán con asientos confeccionados con plástico reciclado.
El 80% de las 100 toneladas métricas de plástica necesarias para fabricar la totalidad de los asientos provino de un solo vecindario, que también es donde una empresa llamada Le Pavé lo procesa para convertirlo en material nuevo. Los afortunados que acudan como espectadores a los Juegos Olímpicos de París el próximo verano de 2024 podrán disfrutar de los juegos desde asientos hechos con plástico urbano reciclado proveniente de contenedores de la propia zona.
“Se recolecta en Seine-Saint-Denis, se tritura en Seine-Saint-Denis, se procesa en Seine-Saint-Denis, todo para una piscina que todavía está en el área”, indicó Augustin Jaclin, cofundador de Lemon Tri, la empresa que recoge el reciclaje. Se han realizado numerosas pruebas en las sillas, que incluyen resistencia a los rayos UV, resistencia al fuego y toxicidad, pero también pruebas de resistencia mecánica para ver qué tan bien permanecen ancladas al piso bajo intentos persistentes de arrancarlas, tal vez por parte de un espectador enojado.
Marius Hamelot, cofundador de Le Pavé, dijo que en el período previo a los Juegos Olímpicos, los fabricantes han tenido problemas para obtener nuevos plásticos, por lo que cambiaron a usar flujos de desechos. Una veta rica en particular fueron las tapas de botellas de refrescos, de las cuales 5 millones fueron trituradas por varias empresas que buscaban producir infraestructura como asientos para los juegos.
Objetivos de sostenibilidad
París, y Francia en general, han establecido objetivos ambiciosos de sostenibilidad para los juegos, con la esperanza de reducir las emisiones a la mitad en comparación con los juegos de 2012 y 2016. Pero su enfoque no se trata solo del carbono, también están tratando de luchar contra la degradación ambiental general con un esfuerzo emblemático para hacer que el Sena sea apto para nadar por primera vez en muchas décadas para albergar el triatlón allí.
El Sena estaba en camino de estar ecológicamente muerto a mediados de la década de 2010 y, a pesar de haber sido inmortalizado en canciones, poesía y arte, el río tenía un color marrón verdoso poco atractivo, típico de los desechos a que fue sometido. Las pruebas de agosto y julio del año pasado encontraron que la calidad del agua era «abrumadoramente buena», lo que hizo que los parisinos se dieran cuenta de que, por primera vez en la mayor parte de sus vidas, o tal vez en todas, pueden volver a nadar en su propio río.
