Las emociones nos dan una referencia de lo que nos sucede en un momento determinado y son una guía de nuestro universo interior y nuestra adaptación al mundo externo en la relación con los demás. Están altamente conectadas con nuestro sistema nervioso, el cerebro y nuestra mente, conexionadas a nuestra parte inconsciente llena de experiencias, pensamientos y creencias.
Ocurre que muchas veces no sabemos identificar la necesidad primaria que debe ser cubierta, pero sí sentimos una emoción (generalmente desagradable), y entonces la cubrimos de forma sustitutoria para evitar ese malestar, pero nos impide escuchar nuestras necesidades más profundas. Y esto es esperable. Realmente poco nos han enseñado a conocernos, a observarnos, a no escapar de nosotros mismos cuando algo nos urge, nos impele, nos inquieta o nos molesta. A veces sucede que nos conocemos muy poco. Haciendo un correlato con necesidades físicas es como si bebiéramos agua cuando tenemos hambre, o nos abrigáramos cuando sentimos sed.
Sabemos que las emociones no son la causa ni tampoco el resultado… Son el indicador de algo, el efecto de otra cosa. Algunas emociones en realidad son una señal de que una necesidad debe ser atendida. Muchas veces nos cuesta identificar estas necesidades primarias y las acabamos cubriendo con necesidades sustitutorias. Veamos algunos ejemplos:
- Buscar reconocimiento es una necesidad auténtica (sentirme humano entre humanos, sentirme amado y validado). Publicar en redes para obtener likes es una necesidad sustitutoria.
- Sentirte en paz es una necesidad auténtica. Beber una copita para “relajarte” (o hasta perder la consciencia) es una necesidad sustitutoria.
- Sentirte seguro es una necesidad autentica (la seguridad, junto a la satisfacción y la conexión, es una de las necesidades básicas del sistema nervioso). Esperar que te respondan un mensaje inmediatamente es una necesidad sustitutoria.
- Sentirte llena (o plena, o no vacía) es una necesidad auténtica. Comprar de forma compulsiva es una necesidad sustitutoria.
- Sentirte orgullosa y validada es una necesidad auténtica. Trabajar sin descanso es una necesidad sustitutoria.
No te culpes. Quizá no entiendas lo que te pasa y las necesidades sustitutorias te están ayudando a huir del malestar, y eso es legítimo, válido, y, muchas veces hasta necesario. Pero ser consciente de tu necesidad auténtica te ayudará a saber cuál es la mejor forma de atenderte. Y así podrás actuar con la amabilidad, compasión y amor que necesitas.
Date tiempo, escúchate.
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