Se retiró del ballet a los 17 años y hoy dirige una obra diferente sobre el baile

Florencia Werchowsky abandonó la actividad prematuramente pero se enfocó en exponer el detrás de escena de una dura disciplina.

Por Gabriel Casazza

May 27, 2024

Florencia Werchowsky hoy es escritora, directora escénica y periodista. Sin embargo, supo formarse como bailarina clásica en el Institución Superior de Arte del Colón, donde deslumbró apoyada en su evidente talento. Sin embargo, esa aventura no duró demasiado.

Es que Florencia tomó la determinación de retirarse del ballet cuando tenía solamente 17 años cuando el promedio de edad para colgar las zapatillas de baile roza los 40 años. Sin embargo, ella tuvo y sigue teniendo claro el motivo de aquella decisión completamente drástica.

«Una de las razones es porque quería escribir. Otra es porque sufría mi cuerpo y mi voluntad no estaba a la altura de ese esfuerzo que implica el ballet. Lo disfrutaba mucho, pero no lo disfrutaba tanto como para aguantar el dolor físico. También había mucha exigencia», indicó en diálogo con Clarín.

«Había algo de ir todos los días a un edificio que me paralizaba. Sentía que no era para mí. Lo que a mí realmente me apasionaba era escuchar la música u observar. Recuerdo muchos momentos de éxtasis mirando bailarinas en escena. Disfrutaba mucho del espectáculo pero no poniendo el cuerpo», amplió.

Así fue como Florencia comenzó a incursionar en otras áreas. Inclusive, en febrero de este año, estrenó «Ensayo del fin del mundo», una obra que escribió y dirigió en Estudio Los Vidrios. Y una obra con la que sigue al frente mostrando el detrás de escena de una dura disciplina como es el baile.

En dicha obra se refleja la preparación, el esfuerzo y la mente de cada bailarín. La misma incluye una danza contemporánea junto a un cantante lírico. Participan Luciana Barrirero, David Gómez, Aldana Jiménez, Valentín Fernández, Julieta Zabalza e Iván García.

«El ballet entrena la fuerza de voluntad, te ayuda a superar la frustración porque lo más normal es que, al comienzo, las cosas no te salgan y las tengas que trabajar muchísimo. Con la escritura pasa lo mismo. Yo tenía la idea romántica de que escribir era sentarme en una máquina y pasar la noche en vela pero nada más lejos de la realidad: se aprende a escribir escribiendo. Comprenderlo me ayudó a lidiar con la frustración», culminó.

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