La historia la comenzó Candela. No quiso una muñeca, tampoco un karting adornado, el pedido a su abuelo se centró en una camioneta. Ante la negación, la chiquita dobló la apuesta: “Entonces hacen un colectivo, uno de la 109”.
Jorge puso en funcionamiento todos sus conocimientos como mecánico y como conocía el paño, ya que también fue chofer de la 106, abordó todos los detalles. Con mucho empeño, arrancó el trabajo minucioso con objetos reales de los móviles. Es más, está patentado, cuenta con la propia marcha atrás y por supuesto, el timbre para anunciar la bajada.
Además, el colectivito circula con los carteles de “Tribunales”, “Puerto Madero” y el “Fuera de servicio”. El tanque de nafta tiene una autonomía de 120 litros.
Su nieta hoy tiene 19 años y “Bocha”, como lo conocen los amigos, fue más allá. Claro, su presencia en la plaza despertó la curiosidad de los chicos, quienes empezaron a pedir una vuelta. Es más, la mayoría hizo su primer viaje en el 109 reducido.
“Todos mis compañeros me saludan, traen a sus chicos para que paseen. Los choferes sienten enorme cariño por el colectivo, así que muchos lloran de emoción cuando me ven circular por la plaza”, contó Ignacio.
Como una joya preciada, el mini bus de la 109 ya participó en eventos sobre vehículos sustentables organizados en la Ciudad de Buenos Aires y fue parte de la inauguración del Monumento al Colectivero, ubicado en la intersección de las avenidas Rivadavia y Lacarra, en Floresta.
Datos técnicos
El cole tiene capacidad para 7 pasajeros, motor de Gilera, frenos de Fiat Duna y asientos de karting. El chasis y la carrocería fueron creados por Jorge y ha sido pintado y fileteado, como si fuera uno original. Tiene patente pero no está autorizado para circular en la vía pública.