La buena noticia llegó de la mano del Departamento de Ciencias Biomoleculares y Neurociencia Molecular del Instituto Weizmann de Israel. Gracias a una proteína reguladora se podría apaciguar el dolor.
El estudio explicó que las neuronas se extienden hacia el cielo para percibir la luz del sol y desarrollan extensiones conocidas como axones, que van recorriendo el cuerpo y transmiten las distintas sensaciones.
A veces, estas terminales crecen de manera constante y es ahí donde aparece la proteína reguladora responsable de preparar las terminaciones nerviosas.
Una de las pruebas en lo ratones, muestra la evolución en la disminución de los axones (primera imagen).
Los hallazgos arrojan luz sobre los mecanismos que regulan nuestra sensibilidad al dolor y podrían ayudar a allanar el camino hacia el desarrollo de nuevos métodos para el tratamiento del dolor crónico.
El gen en cuestión es el Kif2a, uno de los componentes vitales en los axones de la piel de varios ratones utilizados en las pruebas.
“Aunque silenciar la proteína reguladora produce un aumento de la sensibilidad al dolor a corto plazo, es posible que, gracias al mecanismo compensatorio, podamos conseguir una disminución de esta sensibilidad a largo plazo”, expresaron en el estudio que fue publicado por la revista Cell Reports.
El grupo de investigadores que desarrolló el gran avance.
«Lo que hemos descubierto es una especie de ‘terapia de exposición’, mediante la cual la exposición prolongada al dolor produce una desensibilización al estímulo que lo provoca. Una mejor comprensión de este mecanismo compensatorio podría facilitar futuros estudios destinados a aliviar el dolor crónico”, resumieron los científicos.
