Tomás creció con los sueños de todos los chicos que deambulan por los potreros. Pero fue por más. Aprovechó el ingenio y le dio forma a las necesidades de ese momento. Así nacieron las canilleras sustentables. El futbolista Lautaro Blanco fue el primero en solicitarlas y a raíz de los pedidos, Machuca creó su propia empresa.
“En un entrenamiento me rompieron las canilleras de una patada y en casa no sobraba plata para comprarme otro par. Así que decidí buscar la forma de fabricarme algo. Agarré un balde tirado en el patio, lo corté con una sierra y un amigo diseñó las imágenes. Las personalicé y al otro día todos me preguntaban de dónde las saqué”, arranca el relato Tomás, que tiene 21 años y ese momento, a los 16, decía que había conseguido los protectores en Buenos Aires, por vergüenza.
Al tiempo, sumó a su amigo al emprendimiento y arrancaron con la venta online. Sumando baldes viejos, echaron manos a la obra. “Comenzamos a recibir pedidos y lo que juntábamos no era suficiente, así que decidimos dar el salto y empezar a transformar tapitas plásticas de botellas. También dejamos de hacer las personalizaciones porque eso llevaba mucho tiempo, así que empezamos a trabajar en la construcción de una marca”, recuerda.
A la vez, avanzaron en el concepto de la propia firma. Por cada par vendido, regalaban otro a los clubes con la idea de alentar el cuidado del medio ambiente y fomentar la recolección de plásticos.
Lautaro Blanco fue el primer futbolista en lucir las canilleras. “Llegamos al predio de Ezeiza gacias a él. De a poco, nos estamos sumando a más clubes como San Lorenzo, Argentinos y Talleres. A la vez, seguimos creciendo como empresa”, contó emocionado el chico. Lo que nació como una idea después de una patada, ya tiene vida propia y cuenta con diez empleados, además de su propia familia que lo acompaña en cada paso.