En todo el continente se baraja la idea de sumar buses eléctricos a las flotas de las distintas empresas de transporte de manera masiva. Es más, en la Argentina ya se trabaja sobre la ley de Electromovilidad que volvió a ser tema de conversación debido a una nueva suba del boleto mínimo. ¿De qué se trata?
La Asociación Argentina de Vehículos Eléctricos y Alternativos (Aavea) intenta impulsar la sanción en el Congreso de dicha normativa para fomentar el transporte público de pasajeros sustentables y de esa manera ponerle fin a la paradoja de subsidiar un servicio abastecido por combustibles fósiles, a contramano de las tendencias internacionales de incentivar las energías renovables.
En el proyecto, se argumentó que hasta el momento se derrochan 2.500 millones de dólares por año desde hace dos décadas, en buses diesel y contaminantes. Según el organismo, si se aprueba el proyecto, por el mismo monto que representan los subsidios al autotransporte de pasajeros «o hasta el 50% de ello, podríamos tener 50% más que hoy de producción y puestos de trabajo, exportaciones regionales y divisas de autopartes nacionales, cuota del mercado latinoamericano, integración vertical del valor del litio, etc.
Los servicios en Chile sirven de ejemplo, ya que ahí se desarrolla el mayor nivel de desarrollo 100 % eléctrico: de 6.500 buses, 2.200 son eléctricos en la región metropolitana.
Las iniciativas para desarrollar un sistema de transporte eléctrico en la Argentina se remontan a 2019, con la presentación de unidades experimentales de la línea 59 del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y en la actualidad las provincias con mayor presencia de formaciones eléctricas son Mendoza y San Juan.