No quedan dudas de que el Papa Francisco fue único y de que marcó un antes y un después en el Vaticano. Es que ofreció un compromiso social y solidario que no se había presenciado anteriormente.
Inclusive, Jorge Bergoglio, fallecido el pasado lunes 21 de abril a los 88 años de edad, diagramó un trabajo «anticorrupción» que se transformó en un verdadero legado pensando en lo que aparece en el horizonte.
Durante su mandato al frente de la Iglesia, el Papa Francisco encabezó una reforma integral en el Instituto para las Obras de Religión (IOR), popularmente conocido como «Banco del Vaticano».
El mismo arrastraba sospechas de corrupción y negocios espurios. Así fue como el sumo pontífice cerró cuentas sospechosas e impulsó auditorías para determinar de qué manera se usaban los fondos que provenían de las donaciones de los fieles.

El inolvidable Papa Francisco.
No es un detalle menor que el Banco del Vaticano es el receptor de un porcentaje de los aportes que reciben las parroquias y obispados de todo el mundo. Ese destino se destina para financiar obras y otros gastos de la Iglesia.
A su vez, también administra inversiones y propiedades inmobiliarias de la Santa Sede en medio de un esquema que, durante muchos años, operó con una acotada fiscalización y que derivó en escándalos de corrupción.
Por ello es que el papado de Francisco fue tan importante. Sí, durante sus 12 años, el argentino oriundo del barrio porteño de Flores no pasó por alto los detalles relacionados con un control sobre el manejo de dichos fondos.