Los vínculos y la vida en pareja son todo un arte, una construcción conjunta que va creciendo junto a sus integrantes. Los cambios por los que atravesamos hacen necesarias muchas veces lo que yo llamo las “conversaciones incómodas”. Esas charlas que sabemos que debemos tener pero esquivamos, no asumimos como importantes o dejamos para después… No nos animamos a preguntar y hacemos como que “está todo bien”…
Muchas veces, frente a algo de nuestra pareja que nos incomoda, nos duele o nos preocupa tenemos la tendencia a asumir, suponer o juzgar. Excelentes recursos de huída de lo que nos está pasando, mecanismos defensivos frente al miedo a la verdad o a lo que creemos que puede estar sucediendo. Olvidamos que las preguntas bien formuladas son la clave para construir puentes en lugar de muros, y permitir que tu pareja pueda compartir también su perspectiva y su experiencia. Hoy te traigo algunas preguntas que pueden ayudarte a construir un puente allí donde quizá se creó un vacío o una distancia:
¿Podrías ampliar tu punto de vista sobre eso?
Cuando sucedió…, pensé que querías transmitirme que…, ¿está bien lo que entendí o hay otra posibilidad?
¿Podés decirme más sobre lo que quisiste expresar al decir…?
Cuando mencionaste…, ¿te referías a…?
Quisiera comprender mejor lo que me quisiste decir, ¿podés ayudarme a entender tu perspectiva?
¿Cómo te hizo sentir mi comentario de antes? Quiero entender mejor cómo te afectó.
Una de las frases más temidas y ansiógenas es la famosa «tenemos que hablar», y no solo aplica a la pareja, sino a cualquier vínculo. Es así que, al nombrarla, activas en la otra persona un sinfín de emociones y pensamientos, que en muchos casos le lleva a ponerse a la defensiva sin ni siquiera haber comenzado la charla. En lugar de ello, algunas de las propuestas pueden ser:
¿Es un buen momento para poder conversar sobre lo que pasó?
Me gustaría poder entender mejor y que solucionemos juntos lo que nos pasa, ¿te parece bien si lo conversamos y ambos compartimos nuestros puntos de vista?
Tengo un par de preguntas sobre… ¿Podrías llamarme cuando tengas tiempo para hablar?
Siento que ayer no nos entendimos y me gustaría hablar sobre ello.
La pareja, así como cualquier vínculo, es una construcción, que vamos alimentando. No es algo “logrado”, las parejas transitan momentos de mayor conexión emocional, momentos de más aislamiento, de mayor crecimiento laboral o personal. Cualquier vínculo se construye sobre la base de dos personas diferentes que no tienen necesariamente que crecer o madurar a la vez, eso sería prácticamente imposible. Pero ningún factor por sí solo puede ocasionar la ruptura, exceptuando la desatención. El dejar de “verse”, el seguir en piloto automático como si nada pasara.
Los vínculos se destruyen lentamente cuando se comienzan a evitar los conflictos que subyacen a las charlas incómodas, dando lugar a más silencios, separando aún más los espacios emocionales de cada uno y los distintos puntos de vista. Cuando se deja de fortalecer lo que da sentido a la pareja, cuando se deja que el desprecio reemplace al respeto. Cuando olvidamos la necesidad de reencontrarnos en espacios de intimidad.
Por eso digamos sí a las conversaciones incómodas, esas que a veces sacuden pero acomodan, pesan mucho al comienzo pero luego alivianan, reencuentran y reencauzan. De ahí que sean incómodas. Nos sacan de la zona de confort, de lo automático, nos sacan de las suposiciones y bucles mentales propios para salir al encuentro del otro.
Las conversaciones incómodas son puente, siempre que estén motivadas por el amor y respeto mutuo, por la intención genuina de no dañar ni lastimar al otro, por las ganas de comprender y acercarme. Puentes que nos sacan del aislamiento del sobrepensar, de mi propia cabeza, de mis películas y bucles mentales; puentes que sortean ese vacío, esa distancia donde antes, el miedo y la comodidad del “no querer saber”, había construido un muro.