Suele decirse que la edad es simplemente un número pese a que marque muchas cuestiones. Es que no todos los seres humanos envejecen de la misma manera, ya que influyen muchos factores relacionados con la genética, lo hereditaria, el físico, la mente y también los hábitos de los mismos.
En medio de ese panorama, es momento de poner especial énfasis en los superancianos, esos que, con 80 años, cuentan con la memoria de los 50. Por ello, una nueva investigación ofreció detalles relacionados con las habilidades cognitivas de los octogenarios excepcionales. Y son realmente sorprendentes.
Desde hace más de una década, los científicos están estudiando un subconjunto de personas a las que llaman «superancianos». Ellos cuentan con 80 años o más pero cuentan con la capacidad de memoria de una persona entre 20 y 30 años más joven, algo que no deja de sorprender a propios y extraños.
«Si estamos constantemente hablando de lo que va mal en el envejecimiento, no estamos capturando el espectro completo de lo que sucede en la población de adultos mayores», exteriorizó al respecto Emily Rogalski, profesora de neurología de la Universidad de Chicago, quien publicó los primeros resultados sobre estos estudios.
Bajo esa órbita, un artículo publicado en las últimas horas por la revista Journal of Neuroscience, en conjunto con un estudio complementario publicado el año pasado, llegó a una conclusión principal: los cerebros de estos ancianos presentan menos atrofia que la de sus pares.
La investigación en cuestión se llevó a cabo con 119 octogenarios españoles, 64 superancianos y 55 adultos mayores con capacidades de memoria normales para su edad. Los participantes fueron sometidos a múltiples pruebas para evaluar su memoria y sus habilidades motrices y verbales. Se les practicaron escaneos cerebrales, análisis de sangre y preguntas sobre el estilo de vida y el comportamiento.
Los científicos descubrieron que los superancianos tenían más volumen en zonas del cerebro importantes para la memoria, sobre todo el hipocampo y la corteza entorrinal. A su vez, conservaban de mejor manera la conectividad entre las regiones de la parte frontal del cerebro implicadas en la cognición. Tanto los superancianos como el grupo de control expusieron señales mínimas de la enfermedad de Alzheimer en sus cerebros.
«Al tener dos grupos con niveles bajos de marcadores de Alzheimer, pero con diferencias cognitivas y cerebrales sorprendentes, estamos hablando realmente de una resistencia al declive relacionado con la edad», indicó Bryan Strange, profesor de neurociencia clínica en la Universidad Politécnica de Madrid.
Cabe destacar que estos hallazgos están respaldados por la investigación de Rogalski cuando estaba en la Universidad del Noroeste, la cual demostró que los cerebros de los superancianos se parecían más a los de personas de 50 o 60 años que a los de sus compañeros de 80 años. Tras un seguimiento de varios años, los cerebros de los superancianos se atrofiaban a un ritmo más lento que la media.
