El captador, ex futbolista con un paso por el River de Menotti, pasaba con su bicicleta por el club Maipú. Le quedaba de paso, a una cuadra apenas de su casa. Con su andar tranquilo, bien mendocino, espiaba la cancha y veía un chico que le parecía diferente. «Qué bien juega este pibe», se decía y volvía a pedalear… Hasta que en un momento le sugirió ir a jugar a Godoy Cruz. El flaquito de pelo negro se motivó y, pese a ser tan chico, le subió el precio a la propuesta. «Yo voy a jugar en Primera. En River, en la Selección y en el Exterior». Ahí fue cuando el hombre trató de acomodar su ilusión. «Pará, pará. Primero jugá en Godoy Cruz y después andá donde se te ocurra». Pasaron muchos años de ese diálogo íntimo. Y fue tal cual escuchó el Gato Oldrá, el de los cien interinatos y hoy otra vez entrenador principal, de boca de aquel Enzo Pérez… El capitán de River, el jugador más inteligente del fútbol argentino, había leído el libro de su vida antes que el resto. Debutó en Deportivo Maipú, después en Primera con Godoy Cruz; salió campeón de América con Estudiantes de La Plata; fue transferido al Benfica de Portugal, luego al Valencia de los siete entrenadores; jugó dos Mundiales, Brasil 2014, cuando fue titular en la final con Alemania, y Rusia 2018; llegó a River como hincha, fue campeón de esa Libertadores soñada ante Boca y se retiró como capitán ídolo.
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Los ojos vidriosos de Enzo al entrar al último partido con Central confirmaron oficialmente su adiós. Se había especulado mucho en los últimos meses. El jugador todo terreno había preferido el silencio. Igual que cuando explotó el off gate en la interna de River. Pero cuando se lo vio, se ratificaron todas las versiones que avisaban que por decisión propia no iba a renovar su contrato. Una suma de situaciones lo llevaron a sacarse la cinta que ajustó orgullosamente su brazo. El final de la relación con Martín Demichelis empujó mucho. Se enfrió a tal punto que quedaron lejanas las imágenes de Enzo arriba del entrenador para festejar un gol. Esta vez, cuando salió reemplazado no lo fue a saludar… Más el desgaste que lleva el día a día de un capitán en un club gigante como River, las ganas de competir por ser titular hasta el último día, tal vez la chance de irse a jugar con Messi o donde lo decida. Y la posibilidad de irse vigente: nadie le regaló minutos al 24 de River en el 2023. Fue el mejor en el último triunfo superclásico con Boca en la Bombonera y no lo pudo superar Kranevitter, refuerzo de este año, ni ningún otro compañero. Enzo ya había hecho entrar a su familia a la cancha con Huracán, en el último partido en su querido estadio Monumental. Ahora, su última foto fue levantando el Trofeo de Campeones junto a Maidana, otro histórico que se va de Núñez. Una imagen tan fuerte como verlo llevado en andas por sus compañeros.
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— River Plate (@RiverPlate) December 23, 2023
Enzo llevó ese nombre por Francescoli. Ahora él se metió con el uruguayo en la bandera de los ídolos de River. Por sus triunfos, por haber estado en la final de Madrid. Por su pasión por la camiseta, porque festejaba los goles a Boca como hincha de River aun antes de sumarse al equipo de Gallardo. Por su carisma, arrolladora pese a ser de pocas palabras. Y hasta por haberse puesto el buzo verde de arquero la noche que más de la mitad del plantel había quedado out por el Covid. «Atajo yo, Marcelo», le dijo esa vez al mítico entrenador, que tenía que armar el equipo con 20 bajas. No era un amistoso sino un partido de Copa Libertadores contra Independiente Santa Fe en el Monumental… Casi todo fue épico y disfrute para Enzo, que festejó 10 títulos con la camiseta que siempre soñó jugar. Además, deja el amor de la gente, que hace años delira por él, y el respeto de sus pares, que aparecieron para festejar el último título con una cinta de capitán como la que llevó Enzo. Al final de cuentas, el chico mendocino sabía cómo iba a ser su película. Tal vez porque el guion lo escribió él mismo. A ninguna otra pluma se le hubiera ocurrido que fuera tan perfecto…