Escribir fue su terapia inspiradora para superar las adversidades de la vida

El diagnóstico de un cáncer de mama inspiró a Lorena Ferrer a escribir un libro que llegó incluso a manos del Papa, quien le envió una carta. "No le puedo dar consejos a nadie, yo cuento mi historia y trato de dar esa esperanza de que, si yo pude, vos también podés”.

Por Leo Lucente

Oct 19, 2023

Hay una fuerza intima, casi secreta, poderosa, que guardamos adentro reservada para momentos especiales. No es un mito, solo hay que tener la capacidad de dejarla salir, un poder para hacer cosas que a veces no sabemos ni que somos capaces. Podemos nombrarla de muchas formas, podemos gastar palabras mencionándola, pero lo cierto – lo único cierto – es que aquellos que la necesitaron la afloraron, y dan cuenta orgullosos de esa energía un poco misteriosa y un poco mágica. Conocer la historia de Lorena Ferrer, vecina querida de Bragado, en la provincia de Buenos Aires, es acercarse a un mundo de resiliencia, de angustia pero también de alegría, de dolor pero también de fortaleza. Convocada por ADN+ para dar detalles de su vida, esta luchadora es una de las mujeres que ofrecieron su testimonio dentro del marco del concurso de belleza real de la empresa de cosméticos 317, aquel que se basa en lo esencial, en la palabra belleza pero en el más puro y genuino significado.

La historia de Lorena es un testimonio que nos demuestra que, en medio de las tormentas, siempre hay una lección de vida que aprender. A los 36 años, recibió el diagnóstico de cáncer de mama, allá por 2011. Pero en lugar de rendirse, o de victimizarse, o de preguntarse porque a mí, decidió enfrentar este capítulo con una determinación inquebrantable. Y ojo: esto no se trata de criticar a aquel que si se victimiza, o no encuentra fuerzas, o se pregunta porque a mí. Cada uno hace lo que puede, no lo que quiere. Su historia es acaso una inspiración para todos aquellos que se enfrentan a desafíos aparentemente insuperables.

Lorena habla claro, segura, valiente. Impactan sus conceptos, porque se anima a tener una mirada mucho más amplia de la que se suele tener, por temor, por angustia, por tristeza. “En mi caso la enfermedad fue un gran maestro porque me despertó y creo que el aprendizaje está en todo eso, primero ser la protagonista de mi vida, segundo reordenar prioridades y me enseñó sobre todo a vivir el presente, pero también entendí que no necesitas estar enfermo para morirte: gracias a todo esto que me pasó pude abrir los ojos porque si no seguiría viviendo en piloto automático”.

Mientras libraba esa batalla, se embarcó en un viaje inesperado. Durante el tratamiento, publicó la edición de su libro «Elijo ser feliz. Relatos de mi despertar a la vida». La escritura se convirtió en una forma terapéutica de expresarse, una vía para compartir sus experiencias y sabiduría con el mundo.

“Siempre fui una persona muy introvertida, a la que le costaba muchísimo expresar lo que sentía y sobre todo hablar de lo que me pasaba: mi psicólogo en ese momento me recomendó escribir para contar un poco todo eso y asi empecé. En el medio, me encontré con una profesora de literatura que me dijo que estaba esperando a que lo publique para regalárselo a una prima que estaba atravesando por una enfermedad: así fue que salió el libro, regalé muchos más de los que vendí porque no fue un negocio para mí,  fue uno de los días más felices de mi vida cuando lo presenté, y llegó hasta el Vaticano, lo recibió el Papa y hasta recibi una carta suya”, relata la protagonista.

Lorena se curó, fueron años indudablemente duros pero sabios para su vida. Pero cuando creyó que su lucha estaba en el pasado, la vida le tenía preparado otro desafío: una leucemia detectada en 2019. Un nuevo diagnóstico que requería un tratamiento más agresivo y prolongado. Lorena tuvo que tratarse en Buenos Aires, todo antes de la pandemia. Necesita un trasplante de médula para curarse definitivamente y, por eso, se encuentra en la lista de espera del INCUCAI en busca de un donante.

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“Yo nunca pensé que era lo fuerte que luego la vida me demostró que soy, para nada, nunca me imaginé siquiera que me podía pasar algo así. Las cicatrices en mi cuerpo me ayudan a pensar todo lo recorrido y a disfrutar este momento y éste presente. Aprendí en todo este tiempo que mantenerte activa me hace muy bien, porque donde pongo la atención pongo la energía, entonces esto me ayuda a estar aquí como estoy y estoy muy bien”.

A lo largo de su lucha, Lorena ha canalizado su energía y resiliencia para concientizar a la sociedad sobre la importancia de la donación de sangre y médula. A través de campañas, destacó la necesidad de compartir información relevante sobre estos procedimientos, explicando que la donación de médula es un acto que salva vidas y se realiza en vida, a menudo generando confusión entre la médula ósea y la médula espinal. Además brinda charlas y mantiene un constante ida y vuelta en sus redes sociales, donde recibe mensajes a diario. “Cada vez que recibo un mensaje es como volver a resignificar lo que me pasó porque más allá de curarme y de sanarme entiendo que estoy ayudando: yo no le puedo dar consejos a nadie, yo cuento mi historia y trato de dar esa esperanza de que si yo pude vos también podés”. Ese parece ser su propósito en la vida: inspirar a otros a través de su historia. Cada mensaje que recibe es un recordatorio de que su experiencia es una fuente de esperanza para aquellos que enfrentan desafíos similares. Su legado es un testimonio del poder de la resiliencia y la capacidad humana para superar obstáculos inmensos.

Las palabras de Lorena invitan a reconsiderar la perspectiva clásica: «No ser la víctima de la enfermedad, sino empezar a hacer de uno mismo el protagonista de su vida». Su historia es un recordatorio de que, incluso en los momentos aparentemente más difíciles, podemos encontrar la fuerza para transformar nuestras vidas. Así nació la Lorena que conocemos hoy, fuerte, bella, segura, sabia.

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