Guillermina Cossio no es sólo una promesa de futuro inalcanzable, también lo es en el presente que nos rodea. Viene de ganar el Campeonato de Cataluña en pista cubierta, registrando su mejor marca personal (24.56 segundos) y cerca del récord nacional (24.41 segundos). Lamentablemente, se quedó sin poder participar en el último Campeonato de Concepción del Uruguay debido a un malestar general.
Guille, como le gusta que le digan porque si no siente que la están retando, es una profesional con todas las letras y tiene apenas 24 años. Ya van varios años que está instalada en España, con la camiseta del Fútbol Club Barcelona, trabajando para una empresa de señalización vial y, como si fuera poco, estudiando Licenciatura en Marketing a distancia. Entre tantos viajes, entrenamientos y una agenda más que ajustada, accedió a charlar con ADN+.
De Murphy, la capital santafesina del futbolista, pareciera impensado que una velocista iba a surgir de ahí. «Sí, el deporte no está muy desarrollado en una localidad con 4 mil habitantes. Atletismo arranqué en la escuela porque vieron que era rápida. Entonces me anotaron en los zonales para los Juegos Evita», cuenta Cossio. Si el pueblo fue el lugar que la vio dar sus primeros pasos, Venado Tuerto fue testigo de las primeras hazañas de la deportista. Allí, en la pista Yolanda Cantoni del Parque Municipal General Manuel Belgrano, se disputan las primeras instancias que tienen como fin llegar a los Juegos Deportivos Nacionales Evita.
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-¿Un deportista o referente que tengas?
-A nivel mundial me gusta mucho Femke Bol. Es una chica que hace 400 metros con vallas que, si bien no es mi prueba, me gusta mucho su actitud y cómo es ella. Sydney McLaughlin-Levrone también es de 400 con vallas, me gusta. Después, a nivel argentino, Vicky Woodward, la que tiene el récord argentino en 100 metros. Además de la diferencia de edad, transmitía valores muy lindos y la verdad que hoy en día, en un torneo argentino se extrañan bastante los valores de ella y lo que mostraba como deportista.
-Naciste en Argentina, pero vivís en España. ¿Cuál es la ciudad o país ideal para vivir?
-La verdad que no sé. En Barcelona estoy muy cómoda, me gusta, pero no sé si es la ciudad en la que me veo en un futuro. Cuando viajás, siempre hay que estar ahí mínimamente un mes porque cuando vas por tres días te parece todo increíble y decís re vivo acá, pero después cuando empezás a ver otras cosas. En Barcelona tengo mi entrenador, el grupo de entrenamiento, por eso tengo la base ahí. Si en un futuro me sale ir a entrenar a otro lado, Inglaterra, Australia o donde sea, con otro entrenador y otro grupo, se verá.
-¿Qué consejos no te dieron cuando eras más chica y hoy se lo contarías a alguien que quiera empezar como atleta?
-No sé si me faltaron consejos porque siempre estuve muy acompañada. Una persona que va a empezar, y más en el atletismo que es un deporte individual, debe saber que es sacrificio constante y vienen malas, malas, malas, buenas y así. No va a ser todo siempre color de rosa y hay que saberlo. Si hacés un deporte de grupo, estás acompañado. En cambio, el atletismo es difícil porque te toca entrenar solo.
-¿Cuál fue el momento más difícil de tu carrera?
-Cuando vino la pandemia sentí que me había pasado de vuelta en todo sentido: en el deporte, en la facultad. Ahí dejé todo. Dejé el deporte lo que duró el COVID, dejé la facultad y dejé de vivir en Rosario. También lo que me llevó a pasarme de vuelta fue que cuando estás en un nivel tan alto, tenés mucha presión. El que me convenció para volver fue mi entrenador, Andrés Giovanetti. Me dijo «vení al parque y probá cómo estás». Entrené dos semanas, fui al torneo provincial y me fue bien. A la semana participé en el Nacional U23 y conseguí mi mejor marca, récord U23 en 100 metros. ¡Qué importante es la mente! Yo venía de estar muy mal. Iba a los entrenamientos y lloraba, no tenía ganas. Esa sensación de no poder disfrutar el deporte que a vos te gusta, era terrible. A veces te lo replanteás y decís «vuelvo y ya está». Te das cuenta la gente que está y la que no en esos momentos, y también a nivel de Confederación y gente que se pone realmente contenta por vos y está siempre, en las buenas y en las malas.
El tiempo hizo lo suyo y le mostró a Guille una nueva forma de encarar todo lo que le tocaba vivir. «Cuando cambié de entrenador y de grupo, lo que me propuse fue disfrutar. No importan los resultados sino hacerlo, pasarla bien y también para desconectar del estudio y del trabajo. Aparte mi vida social es ir a la pista porque el fin de semana o en la semana priorizo el descanso, entonces no organizo planes. Entrené tanto para los torneos que vienen ahora que quiero estar tranquila y quedarme con la sensación de que lo di todo y lo hice bien. Puede que después, por más del esfuerzo de la alimentación, del descanso y demás, el resultado no salga. Puede pasar, pero al menos me quedaré con la sensación que lo di todo», agrega durante la charla con ADN+.

Con el deporte en la sangre. Guille con su papá, ex goleador de la Liga Venadense de Fútbol.
El círculo que rodea a Guille es muy pequeño pero más que sólido. La extrañan horrores cuando se va pero se alegran al ver que está cumpliendo sus más profundos deseos. Su familia, esa que vive pegada a su casa y con la que comen las exquisiteces de su abuela todos juntos siempre que pueden, espera ansiosa por su vuelta cada vez que emprende un nuevo viaje. Mención aparte para sus amigos de toda la vida, como dice ella, y a los que ha hecho en todas las veces que compitió.
No hay vitrina en la que quepan todos sus logros. Hay que diseñar una a medida en la que entren los premios y récords que ha batido pero también hay que hacer lugar para todas esas veces que estuvo abajo y supo cómo reponerse para volver al ruedo, a la pista, a su lugar en el mundo.