La historia se remonta a 1951, cuando un adolecente australiano debió someterse a una complicada intervención quirúrgica en su tórax, en la cual, le extrajeron un pulmón. James Harrison, el joven de 14 años se repuso de la operación y se según el padre, en gran medida se debió a la transfusión de 13 unidades de sangre que recibió.
El joven después de conocer el procedimiento, con el cual se recompuso, en agradecimiento prometió que se convertiría en frecuente donador de sangre. Sin embargo, esta acción se demoró, ya que en aquel momento, en Australia para ser donante debías alcanzar los 18 años. Luego de llegar a esa edad, Harrison colaboró habitualmente con su plasma en el Servicio de Sangre de la Cruz Roja de Australiana. A pesar de que no le gustaban las agujas y que cada vez que lo inyectaron, él miraba hacia otro lado.
El país oceánico estuvo inmerso en un problema gravísimo
En aquellos tiempos, Australia transitó un duro momento, ya que en miles de embarazos se produjeron abortos espontáneos, muertes fetales o defectos cerebrales en los recién nacidos. Por lo tanto, los médicos e investigadores querían saber por qué, o a qué se debía ese fenómeno. Al final de la década del ’60 descubrieron que los bebés sufrieron la enfermedad hemolítica del recién nacido o también conocida como HDN.
Esta anormalidad se produjo debido a que en mayor medida las mujeres embarazas que tenían sangre RH negativo engendraron bebés con factor RH positivo y esta cuestión antagónica generó que el cuerpo de la madre rechazara los glóbulos rojos del feto y esto se convirtió en un problema potencialmente mortal. Gupta Jemma Falkenmire, del Servicio de Sangre de la Cruz Roja, manifestó: “En Australia, hasta aproximadamente 1967, literalmente miles de bebes morían cada año, sin que los médicos supieran por qué. Fue horrible”.
La salvación llegó a través de la sangre de James
Los investigadores llegaron a la conclusión de que podrían contrarrestar este fenómeno del HDN, al inyectar a la mujer embarazada con un tratamiento realizado con plasma donado con un extraño anticuerpo. Luego de buscar en los bancos de sangre, dieron con Harrison, quien residía en Nueva Gales del Sur (Australia). En el momento del hallazgo, el joven ya era donador frecuente de sangre y no dudo cuando fue consultado para llevar a cabo el estudio. En el Sydney, Morning Herald expresó: “Me pidieron que fuera conejillo de Indias y he estado donando desde entonces”.
A la investigación se la conoció como Programa Anti-D y al poco tiempo los científicos crearon una inyección denominada con el mismo nombre (Anti-D), que fue conformada con el plasma donado por James. El anticuerpo que produjo naturalmente el cuerpo de Harrison, según él cree que se debió a las transfusiones que recibió en la operación que tuvo a los 14 años, pero a ciencia cierta nadie sabe como su sangre contó con ese componente que ayudó para contrarrestar el HDN.
En 1967, una mujer obtuvo la primera dosis de la Anti-D y se llevó a cabo en el Royal Price Alfred Hospital. Harrison siguió con su cometido y donó su plasma durante sesenta años para la producción a gran escala de la inyección. Se estima que salvó la vida de 2,4 millones de bebés, ya que en su país el 17 por ciento de las embarazadas precisaron de la vacuna para evitar la anomalía en los recién nacidos.
Jemma Falkenmire, que formó parte del Servicio de Sangre señaló que “la Cruz Roja y Australia nunca podrán agradecer de manera suficiente a un hombre como James”. Luego, agregó: “Es poco probable que alguna vez volvamos a tener un donador de sangre dispuesto a comprometerse de esta manera”. Se cree que hay 200 personas como Harrison con las facultades para realizar este tipo de colaboración.
En 2015, en una nota con CNN, James Harrison bromeó sobre las acciones que llevó adelante: “Probablemente mi único talento es que puedo ser donante de sangre”. Lo cierto es que tras sesenta años como donante el “Hombre del Brazo de Oro” ingresó al Libro Guinness de los Récords, después de llegar a las 1.173 donaciones, es el de mayor cantidad de la historia. También recibió otros reconocimientos, entre ellos, el de la Medalla del Orden de Australia en 1999.
La última vez que James Harrison llegó al Centro de Donadores de Sangre del Ayuntamiento de Sídney para realizar su donación final, fue el 11 de mayo del 2018. Ya con 81 años, el “Hombre del Brazo de Oro” debió dejar de colaborar para preservar su salud, por expreso pedido del personal de la Cruz Roja. Harrison se sentó en el sillón por última vez, en una habitación decorada con cuatro globos plateados, con la forma de los números 1, 1, 7 y 3, en referencia a la cifra que alcanzó de donaciones (1.173). James de esta manera, ayudó a salvar la vida de más de dos millones de bebés y se retiró del centro con la esperanza de que alguien más alguna vez pueda romper su récord.