Lucas Pouille: de la depresión y el alcoholismo a la ovación y las lágrimas

Lucas Pouille, de 29 años, pasó de ser top ten y campeón de la Copa Davis a una profunda depresión. Este año, en Roland Garros, vive su resurrección deportiva.

Por Gabriel Álvarez

May 29, 2023

El protagonista de esta historia se llama Lucas Pouille, un francés de 29 años que fue top ten en marzo de 2018, ganador de cinco torneos ATP (en polvo de ladrillo, césped y cemento), campeón de Copa Davis en 2017 (él definió el quinto punto de la serie frente a Bélgica) y quien supo ser semifinalista del Australia Open e hizo cuartos de final del US Open y Wimbledon. Venía con una carrera en permanente ascenso y siendo una de las máximas promesas de Francia, pero a fines de 2019 comenzaron las lesiones que no le permitieron mantenerse con regularidad en el circuito y con ellas, llegó una depresión que lo fue apagando de a poco y a alejarse del tenis el año pasado.

Según palabras del propio jugador en una entrevista que concedió hace unos meses al medio francés L’Equipe, “entré en una depresión que me llevó después de Roland Garros 2022, durante los torneos en Inglaterra, a dormir apenas una hora por la noche y a tomar solo. Me sentía en un lado oscuro. De pronto, de estar entrenando para encontrar la mejor forma, terminé en un hospital de Niza durante dos semanas en una cama hiperbárica para ayudarme a curar más rápido, rodeado de enfermos, moribundos, cánceres terminales… Yo estaba ahí por una fractura de costilla, pero me daba mucho miedo. No podía pegar un ojo, me hundía, me despertaba con los ojos desorbitados. Después de una semana sin dormir, tiré todas mis raquetas a la basura y le pregunté a mi familia: ‘¿Les parece normal que, a los 28 años, y siendo padre, llore todas las noches en mi habitación de hotel cada vez que pierdo?’ Félix (Mantilla, su entrenador) me preguntaba: ‘¿No duermes?’ Sí, sí, tengo alergia, a la moqueta, al polen, a la hierba… Le mentía. Me encerré, no se lo dije a nadie. Estaba en una mala fase. Y tomé la decisión de decir basta. Si no, habría acabado en el manicomio. Por mi salud mental, tuve que dejarlo».

El festejo del equipo francés, con Lucas Pouille entre ellos, al ganar la Davis de 2017.

Todas estas cuestiones se vieron reflejadas en su ranking, que semana a semana era peor, y lo obligó a jugar Challengers (torneos que reparten menos puntos y menos dinero que los torneos ATP). Llegó al puesto 675, pero la invitación de la organización (por ranking no hubiese podido jugarla) para este Roland Garros 2023, parece hacer sido el punto de inflexión. Las filas para ver sus partidos de qualy en Roland Garros la semana pasada, eran interminables. El público conocía su historia, decidió apoyarlo efusivamente y Lucas jugó un tenis como hace años no jugaba, ganó sus tres partidos, e ingresó al cuadro principal, y en el último partido, en medio de una extensa ovación, vivió un desborde de emociones, entre lágrimas y abrazos con su mujer, su hija y su equipo de trabajo.

Su estado de ánimo afortunadamente es otro: «Vuelvo con ganas de jugar, de ganar partidos, con el objetivo de darlo todo para intentar vivir un sueño y disputar los Juegos Olímpicos de París», declaró luego de clasificar. Y así, en ese renacer espiritual y tenístico, acaba de ganar recién su partido de primera ronda en el Grand Slam. Nada es más que lo que sueñas. Lucas Pouille está de pie nuevamente.

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