“Un robot no puede dañar a la humanidad ni permitir que la humanidad sufra daño”, resumió Elon Musk, el empresario que lleva a cabo el proyecto de “Optimus”, el prototipo que realizará todos los mandados tediosos del día a día.
Musk se inspiró en los relatos de Isaac Asimov que hablan sobre las leyes de la robótica que garantizan que las máquinas no se descontrolen.
El titular del proyecto SpaceX (abocado a anuncios espaciales) apuesta al desarrollo de una nueva generación de robots humanoides, como una iniciativa dentro de su empresa Tesla. Se llama Optimus y puede desde tomar un huevo sin romperlo hasta doblar ropa o hacer posturas de yoga.
La idea de Musk tiene que ver con ayudar a los seres humanos a que puedan delegar tareas aburridas en el robot, para que pueda llegar a realizar diferentes actividades en el hogar, como cargar cajas, regar las plantas o colocar una serie de piezas. El magnate ha asegurado que su intención detrás del humanoide “Optimus” es complementar la fuerza laboral humana y no reemplazarla.
Musk, como CEO de Tesla, considera que la demanda del humanoide -cuando esté a la venta- podría alcanzar entre 10.000 y 20.000 millones de unidades. Ha llegado a “predecir con confianza” que “Optimus” supondrá “la mayor parte del valor a largo plazo de Tesla”.
Según se estima, el modelo podría producirse en masa y estaría disponible dentro de tres a cinco años. Según Musk, los robots Optimus tendrán como tarea eliminar los “trabajos peligrosos o aburridos”, pues consideró que en el futuro el trabajo físico podría ser opcional para los humanos gracias a los proyectos que puedan incluir inteligencia artificial.