Lionel Messi ha marcado a a las últimas generaciones de argentinos por su talento futbolístico y su carisma, pero la Copa del Mundo que logró en Qatar 2022 como capitán y figura de la Selección elevó a la condición de prócer nacional al rosarino de 36 años que tuvo que mudarse a Barcelona para realizar el tratamiento que necesitaba para crecer y allí se transformó en el mejor futbolista de todos los tiempos en base a sus impresionantes estadísticas. El tatuador argentino Yeyo Molina es uno de los millones de admiradores del 10 y justamente un trabajo suyo con la imagen de Leo en la piel de otro fana del ídolo obtuvo el primer premio en “The All Stars Tatoo Convention”, una exposición en la que participaron más de 800 artistas.
El maravilloso tatuaje de Yeyo tiene la particularidad de que Messi está caracterizado como San Martín, nada menos, con todo lo que significa «el padre de la patria» en Argentina. «La idea de tatuar a Messi como prócer la venía arrastrando desde hacía tiempo. Hacerlo en una convención, tomar esa decisión, me parecía difícil porque el mundo del tattoo y el fútbol no van de la mano», contó el hombre oriundo de Solano, partido de Quilmes, en Telenoche. Aunque finalmente se animó y su obra de arte grabada en la piel de Fernando, otro compatriota, logró el primer lugar en la categoría Realismo de Color en la convención de Miami, la ciudad donde hoy vive Leo con su familia y su presencia estelar en el Inter ha generado una revolución futbolística en todo Estados Unidos.
«El tatuaje está basado en el trabajo de Mauricio Dinelli en el que apunta a presentar personajes como próceres. Me pareció buenísima la estética y para mí Leo es un ejemplo de superación. Mucha gente me escribía antes del Mundial diciéndome que querían tatuarse a Messi con la copa yo les respondía ‘arrancaste mal´. A Leo hay que querer tatuárselo con copa o sin copa”, explicó. Y reveló que la idea del premiado tatuaje se enfocó en representar a Messi «con la naturaleza que él tiene, serio, con esa mirada de patriota».
Yeyo Molina se crió rodeado de fútbol en un humilde hogar de la zona sur del Gran Buenos Aires, jugando a la pelota todos los días en la calles de Franscisco Solano y luego trabjando como albañil y en diferentes rubros similares durante la semana mientras que dedicaba los sábados y domingos a hacer tatuajes, una pasión y habilidad que descubrió a los 12 años cuando un amigo le mostró la revista “Tatoo flash” y a los 14 tuvo su estreno con las agujas. «Uno viene pedalenado la vida desde chiquito. En los 90 fue muy difícil para los del conurbano. Somos 7 hermanos, mi padre estaba desocupado y ni siquiera imaginábamos cruzar la ruta 2. Por eso hoy me subo al avión como voy a Varela o a Constitución en tren», expresa sobre la sencillez que mantiene y que hasta le genera «vergüenza, porque hay tanta gente que la está remando y la pasa mal que no quiero que se malinterprete lo que digo».
Lo que no puede malinterpretarse mal de ninguna manera es su amor por el país, su devoción por Messi y el talento como artista de Yeyo. «Cuando me presento en las convenciones siempre lo hago con la bandera argentina. Y haber traído este premio con un Messi tan particular, con el traje de San Martín, me llena de orgullo. Me encanta compartir nuestra cultura, me presenté con esta ilusión y si Leo ve este trabajo quiero que lo haga entendiendo que parte de la base del cariño que nuestra tierra siente por él», dice el tatuador.