Hace unas semanas me admitieron en un máster, al comienzo estaba muy feliz y motivada con la idea, lo considero muy desafiante para este momento de mi vida, pero estaba casi exclusivamente entusiasmada. Conforme iban pasando los días comencé a sentir un gran miedo a la vez que arrepentimiento de haberme matriculado, de tal manera que ambas cosas, en el mismo momento, en un grado o intensidad similar, puedo experimentarlo claramente y fue esto lo que motivó escribir esta columna y compartir la reflexión con ustedes. Yo siempre les digo que recuerden que así como a veces llueve con sol, o el clima cambia de manera intempestiva de un momento a otro, así también puede experimentarse nuestro mundo interno. Y esto no está ni bien ni mal, simplemente es. Y allí radica la aceptación. La coexistencia de estados emocionales que parecen contradecirse entre sí es la expresión de un sistema emocional flexible, saludable y maduro.
Experimentar emociones contradictorias, también conocidas como “emociones mixtas” o “ambivalencia emocional”, es una experiencia común y compleja que ocurre cuando una persona siente dos o más emociones opuestas al mismo tiempo. Estas emociones pueden parecer paradójicas, como sentir alegría y tristeza simultáneamente, y pueden surgir en una variedad de situaciones. Este fenómeno es un reflejo de la naturaleza intrincada de nuestras emociones y de cómo respondemos a los eventos y situaciones de la vida.
Las emociones contradictorias suelen surgir en momentos de cambios, de transición o en situaciones que tienen múltiples implicaciones emocionales. Una situación clásica es cuando alguien se gradúa de la universidad. Este momento puede generar una profunda felicidad y orgullo por el logro alcanzado, pero también puede estar acompañado de una sensación de tristeza o ansiedad ante la incertidumbre del futuro, o el duelo por dejar de ser estudiante. La misma ambivalencia puede sentirse en situaciones como el inicio de una nueva relación, donde la emoción del amor o la excitación se mezcla con el miedo a la vulnerabilidad o al posible rechazo.
Otro escenario común es el duelo. Durante el proceso de pérdida, una persona puede sentir una tristeza profunda por la ausencia de un ser querido, pero al mismo tiempo, puede experimentar alivio si esa persona estaba sufriendo una enfermedad larga y dolorosa. Este tipo de experiencias subraya cómo las emociones humanas no son lineales ni sencillas, sino que pueden coexistir en formas que desafían una comprensión simplista de los sentimientos y de nuestro mundo emocional
Desde el punto de vista psicológico, sentir emociones contradictorias no es un signo de inestabilidad emocional, sino más bien una muestra de la riqueza y profundidad de nuestra vida afectiva. La capacidad de experimentar múltiples emociones al mismo tiempo refleja una mente flexible y una comprensión matizada de la realidad, donde no todo es ¨blanco o negro¨. Sin embargo, cuando estas emociones entran en conflicto intenso, pueden generar una sensación de confusión o estrés, ya que la mente, que posee un estilo «lógico» para comprender la realidad, intenta reconciliar sentimientos opuestos. Podemos sentirnos inestables, con una sensación interna de incoherencia y desorientación.
La ambivalencia emocional también puede desempeñar un papel en la toma de decisiones. Por ejemplo, cuando alguien está decidiendo si aceptar un nuevo trabajo, puede sentirse emocionada por la oportunidad, pero al mismo tiempo temerosa de dejar su zona de confort. Esta mezcla de emociones puede hacer que la decisión sea más difícil, ya que podemos sentir tanto atracción como repulsión hacia la misma opción. Y esto es lo más esperable. Hay un dicho que me gusta mucho que dice que si tu propósito no te da miedo, es que no está a tu altura. Y es que las decisiones que consideramos más importantes y de mayor peso en nuestra vida suelen ser las más complejas en términos de las emociones que nos generan. Lo cual puede hacer que nos sintamos aún más confundidos o desorientados al respecto.
Manejar emociones contradictorias requiere de una gran habilidad emocional, donde la capacidad de aceptar y tolerar la incertidumbre es para mí la más importante. Una estrategia útil es practicar la auto-reflexión, permitiéndome explorar las raíces de cada emoción sin juzgarlas. En lugar de intentar forzar una resolución rápida, es más productivo aceptar que es posible sentir de manera compleja y ambigua. El mindfulness, o atención plena, también puede ser útil, ya que fomenta la observación sin juicio de las emociones que surgen.
En algunos casos, hablar con un amigo o un terapeuta puede ofrecer una perspectiva externa que ayude a desentrañar estas emociones complejas. La expresión verbal acerca de lo que se siente, a veces, aclara lo que parecía irresoluble internamente.
Sentir emociones contradictorias es una parte intrínseca de la experiencia humana. A través de la observación, aceptación y la exploración de estos sentimientos complejos, podemos obtener una comprensión más profunda de nosotros mismos y de las situaciones que nos tocan vivir.
Aprendamos a dar espacio a todas las emociones que vengan a visitarnos. Sin juzgarlas como buenas o malas, sin juzgarme a mí mismo por sentirlas, simplemente recordar que así como a veces llueve con sol, también puedo cultivar esta diversidad y riqueza dentro de mí. Que podamos habitar estas emociones para poder integrar así todas estas versiones de nosotros mismos que pueden a veces parecer contradictorias pero que, al fin y al cabo, nos enriquecen y nos hacen simplemente más humanos. Y así también más capaces de empatizar y conectar con nosotros mismos y los demás en toda su riqueza.
En lugar de ver la ambivalencia emocional como un problema a resolver, es más constructivo entenderla como una señal de que se está procesando la vida en toda su complejidad. La capacidad de albergar emociones contradictorias refleja la naturaleza multifacética de la condición humana y nos invita a explorar los matices de nuestras experiencias con mayor empatía y comprensión.