La expectativa de encontrar pruebas que indiquen que alguna vez hubo vida en Marte es enorme. Y después de 10 años del estudio del rover “Curiosity”, hubo una revisión sobre unos componentes y al parecer, se encontraron rastros de tres moléculas que están presentes en nuestro planeta.
Se trata de decano, undecano, dodecano, que son nombres de laboratorio para compuestos que combinan átomos de carbono e hidrógeno en secuencias lineales de diez, once y doce unidades.

Marte se caracteriza por tener un suelo rocoso. El hallazgo podría confirmar una de las noticias más esperadas en la humanidad.
Las moléculas permanecieron preservadas en dicho planeta durante 3.700 millones de años, sin alteraciones por actividad geológica, humedad o calor. Un dato no menor, es que su antigüedad coincide con los primeros indicios conocidos de vida en el planeta Tierra.
“Nuestro estudio demuestra que, incluso hoy, al analizar muestras de Marte, podríamos detectar rastros químicos de vida pasada, si es que alguna vez existió en Marte”, dijo Caroline Freissinet, una de las investigadoras.
Las moléculas estaban ocultas en la muestra Cumberland, extraída por el rover en 2013 en una región apodada Bahía Yellowknife. El sitio, una planicie sedimentaria que fue el fondo de un lago, ya había entregado otros indicios tentadores: azufre, metano, nitratos y minerales arcillosos.
El descubrimiento rompe una barrera importante. Hasta ahora, la mayoría de las detecciones de materia orgánica marciana habían sido moléculas simples: fragmentos, trazas, pequeñas cadenas.

Una de las vistas del Planeta Rojo. La presencia de moléculas tracciona la idea de que en algún momento hubo vida.
Esta es la primera vez que se recuperan compuestos con más de diez átomos de carbono, y el hecho de que hayan sobrevivido al castigo del entorno marciano es en sí mismo revelador. Marte está expuesto desde hace millones de años a una combinación letal de radiación ultravioleta y oxidación química, lo que hace improbable que una molécula compleja dure tanto sin degradarse.
Entonces, la complejidad, resistencia y procedencia de estos materiales envalentonan la teoría de vida en un planeta que está a más de 300 millones de kilómetros.