Hacé como el cubo mágico

Cambiar de mirada. De posición. De lugar. Dar vueltas y mirar lo mismo, pero desde otros lugares. Arriba, abajo, de costado. Se ve diferente. Sí. Muy diferente a veces. La luz pega más o menos y resalta bellas las formas. Los contornos. Es otro paisaje. Es otro lugar. Es hasta otro objeto o criatura o […]

Por Federico del Río

Oct 17, 2023

Cambiar de mirada. De posición. De lugar. Dar vueltas y mirar lo mismo, pero desde otros lugares. Arriba, abajo, de costado. Se ve diferente. Sí. Muy diferente a veces. La luz pega más o menos y resalta bellas las formas. Los contornos. Es otro paisaje. Es otro lugar. Es hasta otro objeto o criatura o situación.

¿Qué ves? ¿Y desde este otro lugar? ¿Desde esta otra perspectiva más amplia, abarcadora, menos egocéntrica? ¿Qué ves?

¿Qué mirás cuando te corres del lugar de siempre? ¿Y ponés la perspectiva que te dan los años y la experiencia? ¿Sabés mirar sin ojos? ¿O mejor dicho, con otros sentidos? Los que aparecen cuando te corres del lugar de siempre.

Las caras de colores plenos en el cubo mágico se logran a fuerza de sagacidad y movimientos. Un ejercicio para pocos lograr el resultado final. Así de ágil. Así de intentos. Así veo la cintura mental cuando se trata de ver los colores plenos de la resolución de algún conflicto.

¿Por qué te seguís ahogando de vergüenza o de impaciencia, si con tan solo correr la mirada unos grados, un ratito, todo se aclara y se calma? ¿Qué te agobia? ¿Qué te saca el sueño? ¿Qué te asusta? ¿Qué tenés en la cabeza dando vueltas y vueltas? Eso. Sacalo. Tomalo. Dalo vuelta. Miralo como si fueras mayor… o menor… o mujer o niño. O vivieras en el campo. ¿Qué ves? Ves el monstruo más cercano. Más humano. El cuco se hace moldeable cuando lo sacamos de «ese» lugar atroz y lo empezamos a mirar diferente.

¿Es tan feroz? ¿Todos lo sienten así también? ¿Y si lo comento con quienes creo podrían entenderme, qué me dirían? La víctima que nos sentimos cede su lugar a la persona que somos sufriendo una situación. Que puede mirarla a los ojos y reconocer cuán solos a veces nos sentimos en nuestras cabezas. Cuán mareados estamos, o inmersos en esa pulsión de meternos en cuevas oscuras hasta que todo se olvide.

Cuando cambiamos la mirada que le damos al asunto que nos aqueja, algo diferente se produce en el cerebro. Una vía neuronal se abre como camino curioso que antes no estaba. Tal vez la salida. Tal vez la entrada a una nueva vida.

Pero hay que tumbarse en el piso o doblarse o alargar el cuello. Son movimientos. Quietos como estamos o inertes no va a poder ser. Para ver mejor. Para ver distinto. Para sentir que todo vuelve a la calma.

¿Cómo la ves?

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