Nostradamus de cabotaje o Parravicini de milenaristas, Carlos Busqued se convirtió en el gran visir de la época: fallecido en 2021 a los cincuenta años por un infarto taimado, dejó un corpus de más de doscientos cincuenta mil mensajes en X, ex Twitter, que asombrosamente o no sirven para narrar la actualidad como si fueran profecías (el que aparece fijado: “Mis palabras sólo pueden ser entendidas desde lo espiritual y me disculpo si ofendí a alguien”). Antes que eso, apenas dos libros, separados entre sí por una década: Bajo este sol tremendo y Magnetizado, gemas de la nueva literatura argentina de la que se sentía un marginado. Por eso, la publicación póstuma de Borderline Carlito, una selección de los posteos de su blog, entra sin escalas en esta saga de libros que hacen fin: en la pena de la ausencia, el consuelo de su escritura urgente.
“Estoy escribiendo, llevo ocho páginas de un cuento/capítulo de la novela que voy a fallecer sin terminar”, dice Busqued. Y a continuación enumera el disco que escucha, la película que vio, el canal de cable que lo secuestró en el zapping: “Bueno, estos son los highlights de los últimos días. Lo otro son así lapsos más gomosos de tiempo en los que no pasa nada o no me acuerdo. No sufro, de todas maneras”. En estos posteos, publicados entre los años 2006 y 2009, es posible fisgonear retazos de la vida cotidiana del escritor chaqueño que se mudó a Córdoba, ciudad que odió, y a Buenos Aires, ciudad que quiso: en la inconsistencia del tiempo suspendido, Borderline Carlito dialoga con La novela luminosa, el diario de la nada de Mario Levrero compuesto del otro lado del Río de la Plata en el que los días se mascan. Las excursiones de lectura al baño o las maratones del canal católico EWTN revelan qué hace este escritor cuando no escribe: “Y eso nomás, no soy Carver que de una boludez te hacía un cuento tremendo. De lo que hago todo el día no me acuerdo nada, salvo cosas como estas, que tampoco son tantas”.
Este libro de posteos, que Busqued había acordado con la editorial pero que no llegó a revisar, tal vez ofrezca alguna pista para el lector que lo tomó como demiurgo de telefonito y que confía en cada pronóstico de @carlosbusqued más que en el horóscopo de Clarín: aun fallecido hace tres años, guarda una reflexión para cada episodio del presente o una predicción para el futuro inmediato. Pero, ¿quién era este borderline? Amparado bajo el alias “un mundo de dolor”, fanático de las minúsculas, aficionado a la aviación, un tipo con una tristeza de “cinco o seis cuadras de largo”, el bestseller menos pensado, el mártir inesperado o el autor para una generación descontenta: “Hace mucho que me siento parado en una etapa muerta que no acaba de terminarse, un final que no termina de darse”.
¿Y el café?
“Para él hizo café con crema. Lo tomó lentamente, haciéndolo circular por las encías, la viscosa tibieza del líquido aplacaba la inflamación”. En Borderline Carlito, con la frecuencia del diario personal abierto a extraños, Busqued reúne muchos segmentos que quedaron afuera de Bajo este sol tremendo, la novela que fue consagrada como una de las mejores de la narrativa argentina de las últimas décadas y que se adaptó al cine con un título distinto, El otro hermano, y fue protagonizada por Leonardo Sbaraglia y Daniel Hendler. Como en las escenas eliminadas de un DVD, es una oportunidad para voyeurs del descarte: aun en su verborragia póstuma, Busqued se guardó estos borradores en los que la novela se va insinuando y hoy llegan como mensajes del más allá a este mundo de dolor.