Allá por 1982, un extremadamente joven Omar De Felippe se vio envuelto en la cruda Guerra de Malvinas. Con apenas 20 años de edad, tuvo que viajar para combatir contra los ingleses, pero también contra el frío, la falta de experiencia y las escaseces de todo tipo.
Pese a ello, De Felippe sobrevivió y más tarde continuó con su carrera como futbolista para luego iniciar su camino como director técnico. Sí, un camino que lo depositó directo y sin escalas en la élite del fútbol argentino y también continental.
«Lo más bravo para el grupo nuestro lo vivimos cuando faltaban dos o tres días para el final y los combates eran feroces por todas partes. Nos vinieron a buscar a la posición y nos llevaron a un galpón donde había comida, montones de comida, que allá era uno de los grandes problemas para los soldados. Y nos dejaron comer lo que quisiéramos. Yo me di cuenta de que era algo así como la última cena. Nos dijeron: ‘Dejen todo, menos las armas, las municiones y las cartas de sus familias’. Nunca me voy a olvidar de ese momento con los muchachos, mis compañeros de toda la guerra», supo narrar en diálogo con El Gráfico.
«Cargué mi ametralladora, las balas y tres cartas. La de mi vieja, la de mi novia y la que me mandaron de Huracán. También me llevé las que recibíamos de los chicos de las escuelas, que no te conocían, pero te ayudaban tanto… Había que estar allá para entenderlo. Al principio, algunos pibes se herían a propósito para volver a casa. Cuando estaban limpiando las armas, se pegaban un tiro en un pie… decías que se te había escapado y volvías. Cuando lo empezaron a hacer demasiados, los jefes se avivaron y dijeron: ‘Bueno, en adelante, por más heridos que estén, se quedan igual’. Yo, por supuesto, nunca lo hubiera hecho. No por guapo ni nada por el estilo, sino porque tenía la motivación puesta en volver a jugar en Huracán. No me hubiera lastimado un pie ni loco. El miedo era perder un miembro y no poder seguir jugando», amplió.
Como futbolista, De Felippe militó posteriormente en Arsenal de Sarandí, Once Caldas de Colombia, Villa Mitre de Bahía Blanca, Rosario Puerto Belgrano y Olimpo de Bahía Blanca. Pero la mayor trascendencia la terminó teniendo como entrenador.
El camino de este combatiente de Malvinas como director técnico se inició en Olimpo y luego siguieron Quilmes, Independiente, Emelec (Ecuador), Vélez Sarsfield, Newell’s Old Boys de Rosario, Atlético Tucumán, Platense y Central Córdoba de Santiago del Estero.
Como entrenador, De Felippe condujo a Olimpo, Quilmes e Independiente al ascenso hacia la máxima categoría del fútbol argentino. También fue campeón de la Serie A de Ecuador con Emelec, pero lo más relevante llegó después.
Recientemente, este héroe de Malvinas volvió a hacer historia. Fue al frente de Central Córdoba, encaminando al Ferroviario hacia su primer título oficial: la Copa Argentina. Así, algo que absolutamente nadie tenía en los planes y que habla a las claras de su extraordinario trabajo.
De hecho, ese logro depositó a la entidad de la provincia de Santiago del Estero en la presente edición de la Copa Libertadores de América. Un momento único para una formación que debutará el próximo jueves como local de Liga Deportiva Universitaria de Quito.