Siempre insisto en la importancia del autocuidado. En esta ocasión quisiera hacer una reflexión en relación a la inundación informativa que estamos recibiendo constantemente, de noticias difíciles de procesar, relacionadas con las guerras, la situación económica, política y social de nuestro país, pero también de muchos otros conflictos humanitarios y situaciones muy violentas.
El otro día escuchaba acerca de la importancia de comprender que estamos en una especie de experimento social y tecnológico: somos los primeros seres humanos en toda la historia en tener información en tiempo real de noticias de lo que está ocurriendo en cualquier parte del mundo en imágenes en directo. Nos llegan al teléfono, que tenemos en el bolsillo o en la mano durante todo el día. Este es un hecho que naturalmente sobrecarga mucho nuestro sistema nervioso, tu cuerpo, tu cerebro y la capacidad de procesar de manera saludable todo lo que ingresa al organismo. En síntesis, nuestro cerebro no está preparado para gestionar tal nivel de sobrecarga informativa. De manera que resulta imprescindible aprender a cuidarnos y no subestimar el impacto que nos genera.
Y es que nuestra mente no ha cambiado tanto y muy en desproporción de los cambios tecnológicos a los cuales nos exponemos diariamente. Los seres humanos estamos muy bien diseñados para ser locales. Podemos sostener la atención en la mente y en el corazón en un radio de unas pocas personas quizás. Es naturalmente muy desbordante la Información difícil que se suma a nuestra de por sí agitada vida. Nuestro sistema defensivo, de alerta, se dispara casi constantemente, casi que vivimos en estado de alarma constante, lo cual impacta directamente en todos los sistemas de nuestro cuerpo.
Para estar informado adecuadamente, o sea con información que sea valiosa para mi vida, es necesario previamente cuidarse, resguardarse de tal catarata informativa, elegir cuidadosamente nuestras fuentes de información. Hoy en día tenemos información no solamente por noticiero, sino por periódicos, por la radio, por la televisión, por YouTube, por Instagram, Facebook, LinkedIn, Tik Tok… Hay muchas fuentes y de muy variada calidad. Entonces, muchas veces, caemos en el ir pasando de noticia en noticia, de fuente en fuente de información, como en automático. Sin consciencia. Sin presencia. Sin cuidado. No profundizando demasiado en nada, llegando, muchas veces, a dividir nuestra atención. Se activa tu sistema de amenaza. Aumenta la ansiedad que me genera consumir información de variada calidad y cantidad. Por tanto, resulta conveniente elegir un par de fuentes que para vos sean de confianza y limitarte a ellas para informarte. Además, podés considerar también el tiempo total al que te exponés a dichos medios y noticias que consideres de calidad. La importancia de limitarte radica también en que no todos tenemos que ser capaces de absorber todo tipo de información, todo tipo de imagen, todo tipo de historias. Nuestro umbral de tolerancia al dolor físico, así como la tolerancia al impacto emocional es muy variada de una persona a otra. Lo que puede ser bueno o beneficioso en determinada época de tu vida, en otros momentos, según la etapa vital o crisis personal que estés viviendo, puede hacerte daño.
Otra cosa importante es buscar historias positivas, que te inspiren. Es cierto que hay conflictos tremendos ocurriendo en el mundo y cosas muy complejas. Pero también hay mucha belleza y mucha nobleza sucediendo. El mundo no sobreviviría si así no fuera, busca historias inspiradoras. Eso no es pintar el mundo color de rosa, sino que nos sirve para tomar energía de ello, para abordar la realidad desde una perspectiva más constructiva. Podemos tomar fuerzas de todo eso que sí está bien, y así gestionar mejor mis recursos para afrontar y transitar lo difícil y doloroso que esté ocurriendo.
Otra sugerencia es tomar alguna acción específica y concreta compasiva, es decir que tu compasión tenga alguna salida concreta, ayudar a una persona, ayudar a un niño, un animal, ayudar a un árbol, cuidar algo, porque estamos diseñados para poder sentir esa alegría, esa apertura, esa compasión. Entonces busca algo pequeñito, algo que te pueda hacer sentir que el mundo es un lugar un poco más amoroso y compasivo.
Y, por último, aceptar lo que uno no puede cambiar. Vos solo no vas a acabar con el conflicto, no vas a acabar con el sufrimiento, ninguno de nosotros mismos puede, estos son contextos complejos y multifactoriales. Pero aceptar lo que no puedo cambiar para así alinear mis acciones concretas, pequeñas acciones cotidianas para aportar la visión del mundo en el cual quiero vivir. Volverse uno mismo ese motor, encarnar el cambio que uno quiere ver en el mundo.
Tené presente las fuentes de información que consumes, el tiempo que dedicas a informarte y busca historias también positivas, constructivas de todo lo bello y lo bueno que está ocurriendo en el mundo. Pon límites, cada uno tiene sus propios límites de tolerancia, busca buenas noticias, las hay también disponibles, este medio es un excelente ejemplo de ello. Y algo que te ayude, un gesto minúsculo quizá, un pequeño paso en la dirección del mundo que deseas. Y, por último, aceptar con sabiduría lo que no está en tus manos cambiar. Todo esto puede darte una mano, para transitar con más perspectiva y organización todo eso que no está en tus manos modificar. Pero te mantendrá con la energía psíquica disponible para observar cuándo te sientes sobrecargado, resignado y apático. En la resignación hay renuncia, una claudicación, un punto de llegada. En cambio, la aceptación es un punto de partida, una mirada nueva y esperanzadora de la realidad que me permite accionar en ella desde un lugar más constructivo y alineado con el mundo en el cual quiero vivir.