“Ser decente y honesto”, las claves del éxito de quien creó una PyME con la chatarra

Daniel Heredia, empresario de 64 años y dueño de la empresa San Cayetano, logró crear su propia PyME en Argentina basada en la compra y venta de chatarra. Después de mucho esfuerzo y años de trabajo, le contó a ADN+ su historia y las características que debe tener un emprendedor.

Por Martín Rodriguez Pinto

Jul 26, 2024

No existe una guía del triunfo o pasos a seguir para lograr tus metas, esas son historias ficticias dignas de un cuento. La clave para conseguir lo que uno se propone nace de sí mismo. “Ser decente, honesto, cumplir y ser serio”. Estas son las características que mantuvo toda su vida Daniel Heredia para conseguir lo que siempre soñó, mantener una empresa que levantó con sus propias manos desde 1985. “Empecé con un modelo 66. Laburaba solo con una persona, era otra época, me ocupaba del camión, lo lavaba y cuidaba”, le cuenta a ADN+. Actualmente sólo queda la anécdota de lo que tuvo que pasar para llegar a este momento, donde hace más de 20 años que trabaja con su hijo, quien tomó las riendas de la empresa hace poco más de una década: “Eso hace todo más fácil”.

Pero ¿cómo puedo lograrlo si poseo esas características?, ¿por qué no podría triunfar? Esa es la parte complicada, el escalón más grande entre el dicho y el hecho. La determinación debe ser imponente y crucial, nunca fue sencillo el camino que tuvo que pasar. En sus inicios llegó a tener que pedir prestado dinero a sus padres para poder subsistir. “Mi papá era colectivero y mi vieja, ama de casa, nada que ver el rubro. Empecé como chofer. Dos o tres años después, estaba como peón de un chatarrero y dije ‘no, no puede ser’. Y arranqué así. Empecé con camiones prestados, con dinero que me iban prestando… No tener dinero fue un gran impedimento”, comenta Heredia.

Este fue el primer gran obstáculo que tuvo que sobrellevar, en el mismo año que dio el primer paso en su vida profesional, también lo dio en el lado personal, puesto que se casó a los 25 y solo un par de años después fue padre de mellizos. “Tuve que empezar a hacer otra cosa, utilizar los camiones alquilando volquetes en la calle. No me gustaba porque se rompían los camiones y te robaban los volquetes, pero lo tuve que hacer porque no había trabajo. En el 92 o 93 no había trabajo, tuve que ir a fletear a los frigoríficos, me cargaban cueros y esas cosas. Fue el momento más complicado”, recuerda. Era una época delicada, el país solo restaba a la situación y la industria estaba completamente parada. “Era muy difícil. En el 88 u 89, comprabas una mercadería y tenías que hablar constantemente por teléfono porque si pedias precio a la mañana, al mediodía salía mucho más y al día siguiente ya no se conseguía”.

En un rubro donde la competitividad y la exigencia era máxima, los clientes no estaban a la orden del día, conseguirlos era toda una odisea digna de ser contada en cualquier mitología. Sin embargo, lo más complicado era mantenerlos: “Hay mucha competencia, te tenés que estar cuidando siempre, tengo clientes de hace 40 años, pero algunos te cambian por una monedita”. La forma de destacar era clara, la palabra. “Tenés que estar muy bien, ser derecho, respetuoso y con palabra. Ya tengo mi clientela, 200 clientes, y la confianza lo es todo. Por un pesito más te pueden robar herramientas, por ejemplo, por un pesito podés perder fortuna”, asegura Heredia.

Todo cambiaría en 2003, su hijo empezaría a trabajar con él y surgió una estabilidad económica implacable que aumentaría en gran medida la producción de las industrias nacionales. El paso del tiempo lo fue llevando a un camino más liberador, dejando que su descendencia tome las riendas de la PyME, pero de igual forma sigue estando en la empresa, “Hace 10 años que dejé el movimiento de la gente y los clientes. Hago papeles, voy a la contadora o al banco. No estoy arriba de la gente, de eso se encarga mi hijo, pero sigo implicado. Hay momentos donde no tengo que ir, pero voy por costumbre. No tengo la necesidad de levantarme a las siete de la mañana o de ir a buscar fábricas, pero lo hago igualmente porque me gusta”.

Fueron casi 20 años los que pasaron desde que ese chico de 23 tuvo una idea, la desarrolló y la construyó paso a paso, los escenarios fueron variados y adversos, pero siempre existió algo que lo levantó en las peores batallas. “La clave es amar lo que hacés”, recomienda. No importa dónde empezaste, con qué lo hiciste o cuándo. Nunca es tarde para hacer lo que amás y seguir lo que a cada uno lo desea. La vida está llena de momento malos y buenos, pero cada uno elige cuál es el que domina su existencia. Todos podemos cumplir lo que nos proponemos y aunque no existe una guía, si hay una forma de lograrlo todo: ser respetuoso, decente, honesto y hacer todo con el corazón.

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