El nuevo Bielsa es el mismo de siempre

El Loco no se mueve del manual con el que se ganó un lugar en el fútbol y en el corazón de sus jugadores. Así construye una nueva Uruguay que, en plena renovación generacional, quiere pelearle el reinado de América a la Selección Argentina.

Por Cholo Sottile

Jun 25, 2024

Alejandro Sabella decía lo que pensaba. Pero el mérito aún mayor era que pensaba lo que decía. «El éxito es ser como Bielsa. Una persona honesta, con principios, que trabaja para que mejoren sus jugadores como personas y futbolistas más allá del resultado. Ser digno, íntegro. Dejar una enseñanza. Ese es el mejor éxito que puede tener un entrenador», declaró sin ser amigo del Loco ni Bielsista en su concepción como DT de la Selección. Pachorra, más allá de su identificación con la escuela de Estudiantes -allí donde es mural eterno después de haber ganado la Copa Libertadores- nunca se hubiera atrevido a discutirlo por un resultado.

Lo relevante es que esa frase la dejó escuchar hace años, antes de jugar la final del Mundial 2014, el mayor karma de Marcelo en Argentina. Quizás ahí haya que recurrir a una frase del propio Bielsa para asimilar aquel duro impacto: «Aunque les resulte imposible, no reclamen nada. Traguen veneno. Acepten la injusticia que todo se equilibra al final». Tuvieron que pasar años, elogios de todos los jugadores los jugadores que dirigió, campañas en clubes donde había que tener sentido de la épica para ir, para que el rosarino lograra la imagen positiva que hoy tiene en Uruguay y que define a su equipo como el gran candidato a discutirle la corona a Messi en la última Copa América de su vida. Si por fin a los entrenadores se los midiera por su rol docente, por la influencia en sus futbolistas además de por las vueltas olímpicas, Bielsa no hubiera salido jamás del podio.

Es un pecado que no haya vuelto a dirigir en el país. Es culpa en parte del resultadismo que no soltó Corea-Japón 2002 y también de la falta de proyectos de trabajos serios. En una época en varios clubes decían que lo querían a él en su banco de suplentes pero nadie armaba un plan verdadero. Bielsa, aún sin ser campeón, es la tercera corriente de inspiración futbolística en Argentina. Nació el Menottismo y el fútbol orquesta, la inspiración, la nuestra según su discurso poético. Años después surgió el Bilardismo y su tacticismo, los videos, vivir para el fútbol de acuerdo a su dogma resultadista. No se impuso luego el legado Bianchista pese a ganar todo en Boca y Vélez ni apareció aún el Gallardismo con el ciclo más exitoso de la historia de River.

Sí los fieles del Loco, con una manera de entrenar, hasta de desarrollarse, aunque algunos lo quieran minimizar hablando más del jogging que del método. El mismísimo Guardiola lo definió como una fuente de respeto e inspiración, al punto que en su etapa de preparación viajó a reunirse con Bielsa en su campo en Máximo Paz. El día que se conocieron el encuentro duró casi 11 horas. Pep había aceptado un consejo de Batistuta, su ex compañero, quien le dijo «si vas a ser entrenador tenés que juntarte con Bielsa». El Loco no es sólo la obsesión, el encierro de meses para ver crecer a un equipo. Es vocación ofensiva, enseñanza, honestidad intelectual, recursos tecnológicos, hacer pensar a los jugadores y elevar la vara de los analistas. No es fácil discutir de fútbol en una conferencia con él. Hay que prepararse, como lo hizo él después de darse cuenta en pocos partidos que iba a ser mejor entrenador que futbolista de Primera en Newell’s.

En un puñado de amistosos y juegos por los puntos este Uruguay ya es un equipo de Bielsa. Quizá el mejor elogio para un técnico. Como él mismo le susurró al oído a Scaloni cuando lo felicitó en la Bombonera -y después le ganó- es un equipo de autor. En las Eliminatorias, aun con poco tiempo de prueba y error, derrotó a Argentina de visitante y a Brasil en el Centenario. Ahora quiere darle su impronta a un plantel que tiene una buena camada de futbolistas, con carácter y el rodaje top de Fede Valverde en el Real Madrid o Darwin Núñez en el Liverpool. Tan bueno es el delantero y tanta personalidad tiene el Loco, que soportó sin dudar cuando la gente en Miami le pedía que pusiera a Luis Suárez. Potenciado con que en estos casi 20 días de trabajo, con mucho doble turno con su sello, podrá exigir el esfuerzo físico que le gusta para asfixiar a los rivales, o jugar los duelos uno contra uno.

En el debut con Panamá jugó un primer tiempo con su estilo, con desborde por los costados y presión en la salida a veces suicida del rival. Faltó efectividad y lo padeció en un tramo del segundo tiempo, donde los rivales y los fantasmas sobrevolaron el arco de Rochet. Por eso su festejo alocado en el 2-0. Tal vez un rasgo distinto en que en un momento del partido les pidió a sus jugadores tranquilidad. Aunque es poco para definir un modelo distinto de conducir, de jugar o hasta de vivir. Quizá es el resto, según el momento o el lugar, es el que lo ve distinto. Cambiar, en la frontera de los 69 años, sería traicionarse para él. El nuevo Bielsa es el mismo de siempre.

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