Al principio no quería escribir estas editoriales siendo autorreferencial, hablando de mí mismo, sintiéndome protagonista. Pensaba que el ego debìa correrse a un costado porque la idea de un medio de comunicación, o de cualquier empresa, es que está integrado por un equipo y no pòr los pensamientos de una sola persona. Sin embargo, entendí que necesito abrir mi corazón y explicarlo desde ahí para que se comprenda lo que quiero decir. Y después cada uno puede estar de acuerdo o no ya sabiendo cuál es mi punto de partida.
Y esta editorial no es la excepción porque arrancó en una de esas charlas en las que Alejandra Naudi (columnista de ADN+, psicóloga personal y ya casi mi amiga) me suele escuchar atentamente para luego abrir mi cabeza con su sabiduría y expertise. Estábamos hablando de las elecciones en la Argentina, de los resultados, de lo que yo quería escribir en función de la oportunidad que tenemos de estar todos unidos otra vez sin siquiera saber por qué estabamos enfrentados. Y ella me dijo: «Los problemas comenzaron cuando las cebras de rayas blancas comenzaron a odiar a las de rayas negras». Ay, Ale. Desde ese instante, con mi cabeza especial que ya conocés, no pude hacer otra cosa que pensar en cebras.
Si quieren les cuento un poco de lo que aprendí de ellas a partir de ese momento. Como que todas son negras al principio del embarazo, que cada cebra tiene un patrón único de rayas como nuestras huellas digitales, que son familiares de los caballos y que llegan a correr hasta a 55 km/h. Igual, más allá de lo hermoso e interesante de este animal, la idea no era hablar de cebras. Aunque la metáfora es ideal para explicar el sinsentido de la pelea entre los argentinos, de esa grieta en la que nos hemos metido y que el domingo tuvo un nuevo capítulo con la última elección presidencial. No recuerdo cuándo fue el maldito día ni por qué en que los de rayas negras nos empezamos a pelear con los de rayas blancas. No me explico cómo fue que nos empezamos a ver distintos cuando éramos todos iguales.
Los empresarios versus los empleados. Los del campo versus los de la ciudad. Los peronistas versus los radicales. Los kirchneristas versus los macristas. Los de derecha versus los de izquierda. Los pañuelo verde versus los pañuelo celeste. Los ricos versus los pobres. Los de Boca versus los de River. Los que miran TN versus los que miran C5N. Los inspectores de AFIP versus los comerciantes. Los profesores versus los estudiantes. Los profesores versus los papás de los estudiantes. Las mamis del grupo de Whatsapp versus las mamis del grupo de Whatsapp. Los papis del grupo de fulbito versus los papis del grupo de fulbito. Los periodistas versus los periodistas. Basta ya. ¿No nos damos cuenta de que todos somos cebras? ¿No nos damos cuenta de que solo cambia la manera en que nos vemos las rayas? ¿No nos damos cuenta de lo que somos capaces cuando nos unimos?
Los argentinos no tenemos nada que envidiarles a esos animalitos rayados a la hora de ser extraordinarios. En cada rubro en el que busques encontrás a un compatriota que está en la cima del mundo. Sin mencionar el fútbol, donde somos privilegiados, tenemos a un Papa y al inventor del by-pass. El único lider de la Iglesia Católica de la historia que nació en América es de estas tierras. El hombre que creó la técnica que permitió salvar miles de vida con una cirugía cardíaca también es de acá. Y ambos llegaron adonde llegaron siendo educados, acompañados y alentados por personas de esta nacionalidad. Y ejemplos como esos los podés hallar en el rubro que se te ocurra. Por eso nos miran y nos admiran y, a la vez, se quedan perplejos con nuestra desastrosa actualidad. Porque es un desastre que en nuestro país haya chicos que no comen, personas que duermen en la calle, abuelos que no tienen medicación y familias que hacen esfuerzos sobrehumanos para llegar a fin de mes.
En estos días está arrancando una nueva era en nuestro país. Con un presidente distinto al que una mayoría eligió para que nos lidere. Es una gran oportunidad para salir de esa jungla en la que entramos y miremos el futuro con fe y sin resentimiento. Milei dijo que las puertas están abiertas para todos sin importar lo que hayan hecho antes. Sé que no te cambia nada lo que yo pienso y, así y todo, siento la necesidad de decir que no lo voté. Para después agregar con libertad que ahora soy su fan número 1 y quiero que sea el mejor presidente de la historia. Porque lo que importa es que a todos nos vaya bien y eso lo lograremos si, entre otras cosas, dejamos de mirarnos las rayas.