La segunda edición de la ceremonia que reúne a los maestros cerveceros fue un éxito. Y ahí, en el corazón de Palermo, Juan Federico Echeverry se robó todos los flashes junto a su hermano Juan Ignacio. Ambos son los padres de Cheverry, la cerveza que ya lleva 23 años de vida y que se quedó con la Copa Austral de Luján.
Participaron 65 jueces de 12 países distintos, quienes cataron 750 muestras entre versiones nacionales e internacionales. Los hermanos son de Lincoln, pero se afincaron en Mar del Plata, desde donde dieron vuelo a este proyecto que ya pica en punta en todas las góndolas.
Juan Federico junto a Juan Ignacio (de gorra), luego de ser galardonados en La Rural.
Cheverry obtuvo dos medallas de oro para sus cervezas Old Ale (categoría Strong British y German Beers) y English Brown (categoría British Brown and Porter), medalla de plata para la Honey (categoría Specealty Honey Beer) y de bronce para la Blonde (categoría North American Light Lagers).
“Amamos lo que hacemos, por eso vamos para adelante sin mirar la coyuntura del país”, le cuenta Juan Federico a ADN+, un emprendedor nato.
-¿Cómo les pico el bicho por la fabricación de cerveza artesanal?
-Fue de casualidad, un domingo al mediodía, en 1996, mi abuela encontró unas recetas de conservas. Ahí mismo le pedimos los papeles para hacer cerveza, fue algo que nos llamó la atención . Nos quedó la inquietud y finalmente en el 2010 empezamos sumar nuestros propios insumos, comenzamos en Mar del Plata como “homebrewers”. Recién en 2013 empezamos a comercializar la cerveza.
-¿Costó mantenerse al principio en el mercado?
-No porque fuimos creciendo en todos los aspectos, en consumo y en inversión. Gracias al trabajo, siempre aumentamos en todo sentido: arrancamos con una ollita de 100 litros y pegamos el salto hasta los 3.000. Nos destacamos en una época donde había muy pocos productores, recién en el 2016 arrancó a crecer el consumo de cerveza artesanal.
Parte del plantel en uno de los bares de la cadena de cervecerías.
-Y como tomadores, ¿qué es lo primero que tienen en cuenta al probar otras cervezas?
-Nos gusta que estén en estilo y que sea lo que realmente la etiqueta dice que son. Y fundamentalmente, que mantengan la calidad y que tenga tomabilidad, lo que llamamos “drinkability”: nos gusta que cada sorbo te invite a seguir descubriendo aromas y sabores.
-¿Argentina es un país cervecero?
-Depende, en consumo per cápita, no. Estamos muy debajo de los países europeos, pero sí formamos parte de un movimiento mundial de cervezas especiales que son muy buscadas. Hoy si hablamos de una “Ipa”, sabemos de qué hablamos en nuestro país. Hay muchas opciones, a diferencia de lo que pasaba hace 10 años. En cuanto a estilos, sí, somos más birreros.
-¿Qué significa invertir en la Argentina en este momento?
-Nosotros nunca especulamos, amamos lo que hacemos y cuando vemos oportunidades de mejoras, vamos para adelante. Si hay oportunidad de inversión, seguimos, no nos fijamos en la coyuntura.
En el formato de latas, llegaron a posicionarse en el mercado de todo el país.
-¿Cuesta mantener la esencia al volverse más comerciales por la demanda?
-Si bien crecimos en volumen de ventas y producción, mantenemos el módulo de cocción de 100 litros donde nos seguimos divirtiendo para desarrollar nuevas recetas. Nuestro proyecto siempre fue hacer la cerveza que más nos gusta.
-¿Qué consejo le darías a los que arrancan un emprendimiento de manera básica?
-Fundamentalmente, decirle que en el camino hay asperezas, todos pasamos por la misma etapa, pero les aconsejo que sigan y que no bajen nunca los brazos. Cuando llegás al objetivo de una manera personal, la satisfacción es enorme.
-¿Cuál es la próxima meta?
-Y, todos nuestros objetivos tienen que ver con las mejoras de los procesos y la calidad del producto. Queremos que nos sigan conociendo, hoy salimos al mercado desde Ushuaia a La Quiaca con nuestras latas y apuntamos a potenciar ese mercado. Además, esperamos seguir creciendo con nuestros bares cerveceros a través del sistema de franquicias en todo el país.
